martes, 21 de junio de 2011
¿Qué tendrá el "Che" Guevara?
jueves, 9 de junio de 2011
Macristina
Hace poco más de un año, cuando inauguré mi blog con el artículo “La Boheme Vs. Kapanga” planteé la idea de que los progresistas (que festejaban el bicentenario con rock nacional) por un lado, y los conservadores (que conmemoraron el bicentenario con música clásica y la reapertura del Colón) por el otro, se diferenciaban sólo en la superficie pero compartían sus premisas filosóficas básicas. A un año de esa situación, ni la superficie los diferencia.
En el pasado, cuando Macri eligió reabrir el Colón para festejar los dos siglos de la Revolución de Mayo, no dudó en gastar millones de pesos cobrados a la ciudadanía porteña, para refaccionar un teatro que -si bien tiene características aparentemente únicas en el mundo- sólo disfrutan unos pocos.
En contraste, la Presidenta Cristina Fernández se inclinó por financiar actividades más populares como espectáculos de rock que acapararon la atención del público.
Sin lugar a dudas (y más allá que la reapertura del Colón también tuvo su público) los espectáculos de la 9 de Julio fueron mucho más masivos. No obstante, la diferencia entre los dos actos fue sólo superficial ya que, en ambos casos, los dirigentes no dudaron en utilizar dineros públicos, que son de todos, para financiar y proveer la música, el arte y los espectáculos que disfrutan sólo algunos.
Un año después, ni siquiera queda la hipocresía de la diferencia superficial.
Este sábado 11 de Junio, “Los Pericos” (una banda que lleva vendidos más de 2,5 millones de discos) darán un recital con entrada libre y gratuita en el marco de la inauguración del “Distrito Tecnológico” de Parque Patricios.
Así es, como si Steve Jobs, Bill Gates y Mark Zuckerberg hubieran sido productos de la exención impositiva y la planificación municipal, el Gobierno de la Ciudad decidió delimitar un área propicia para que se instalen las empresas “tecnológicas” y, para darse un poco de autobombo, regalarán a los presentes un espectáculo del grupo “Los Pericos”.
Ergo, la pregunta obligada es: ¿Por qué Los Pericos? ¿Por qué no Los Cafres, Nonpalidece, u Otro Mambo? ¿Qué han hecho Los Pericos para que los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires los premiemos con los 10.000, 20.000 o 100.000 pesos que cobrarán por su Show? ¿Quiénes son Macri o el Ministro de Cultura Hernán Lombardi para decidir que son ellos mejores que alguna alternativa similar? ¿O acaso se trata de todos pagándoles la fiestita particular a los funcionarios?
Cuando un productor musical elige una banda para financiarla y difundirla, generalmente trata de encontrar una que le guste a la gente. ¿A toda la gente? Sabiendo que eso es imposible, no busca que le guste a todos, pero sí a una cantidad suficiente de modo que pueda hacer un buen negocio. Como colateral, el buen negocio resulta en beneficio para él, para la banda y para todos aquellos que encuentren placer al escucharla.
Cuando el gobierno es el que decide el show del día, el proceso es distinto. En lugar haber un productor que apuesta por un grupo que tiene potencial, lo que hay es un funcionario eligiendo la banda que tiene más potencial electoral –es decir, una banda consagrada que no tiene ninguna necesidad de seguir creciendo. Nada que ver con el aclamado “fomento a la cultura”.
Más aún, cuando el gobierno es el organizador de este tipo de eventos, se termina dando una situación que deberíamos reprobar entre todos:
José, el almacenero del barrio, que muere por la música de Cacho Castaña, paga todos los meses el impuesto a los Ingresos Brutos. Si no tuviera que pagarlo, tendría más dinero disponible que podría destinar ala compra de un nuevo disco de Cacho, comprar un nuevo equipo de música para escuchar mejor los discos viejos, o bien, comprarse una computadora para bajarse de internet la discografía completa en formato mp3.
Sin embargo, el capricho del gobierno, disfrazado de “Agenda Cultural”, se mete en el bolsillo de José (y le impide escuchar a Cacho Castaña) para que un tercero, que José no conoce y a quien no le debe nada, disfrute de un espectáculo que nunca se ganó en base a su mérito, sino que accede a él porque Mauricio aprendió de Cristina que las bandas taquilleras te suben en las encuestas.
jueves, 2 de junio de 2011
Palabras, tan sólo palabras…
Exactamente lo mismo hace la Presidente Cristina Fernández de Kirchner al invitar a los empresarios italianos a invertir en Argentina.
Palabras y Negocios
Luego de que el mismo Néstor terminara de destruir la confianza que el ahorrista italiano tuvo en el país antes del 2001, nadie puede pensar que el pedido de Cristina sea realmente algo sentido o, mínimamente, algo serio. Sin embargo, sí podemos interpretar su invitación como parte de una rutina o un protocolo.
Es decir, al igual que cuando decimos “suerte” por decir algo, CFK invita a la inversión a algunos italianos (olvidándose que frente a otros no podría ni aparecer) porque eso es lo que hace con todos los países que visita. Por supuesto, todos tomamos esto como lo más normal del mundo. ¿Para qué viaja el presidente si no es para propiciar buenos negocios para el país?
Ahora bien, como tantas otras cosas, puede suceder que tomemos algo como normal cuando en realidad no lo es. Y también puede suceder que esa normalidad sea, en realidad, un gran absurdo, una gran injusticia.
Si personalizamos un poco más la faena de la presidenta en Italia, podremos darnos cuenta que éste es el caso.
En definitiva, ¿qué tiene que hacer el presidente ampliando los negocios de nuestros millonarios empresarios argentinos? ¿En qué Constitución está escrito que la tarea de Cristina Fernández debe ser mejorar el vínculo entre la Cofindustria Italiana y la Unión Industrial Argentina? ¿Qué criterio de justicia se usa cuando los impuestos pagados por los más pobres se destinan a viajes y simposios carísimos destinados a incrementar aún más el nivel de actividad de los empresarios más ricos y más organizados de ambas latitudes?
Gobierno y Negocios
Los gobiernos fueron creados entre los hombres para proteger nuestros derechos más elementales. Para esto, cuentan con el monopolio de la fuerza que debe usarse solamente para evitar que un individuo tome posesión de mi casa, de mi auto o –peor- de mi novia o mi hermana[i].
Desde este punto de vista, el gobierno es un organismo torpe que entiende en términos de coerción, de imposición y, hasta donde sabemos, ni Thomas Edison ni Bill Gates decidieron crear sus revolucionarios negocios a partir de la coerción o la imposición.
Por otro lado, el gobierno es, por naturaleza, un organismo que restringe nuestra libertad. Como tal, lo único que puede hacer con las relaciones comerciales es trabarlas, no fomentarlas ni promoverlas. Las palabras de la Presidenta, ergo, son análogas al “cuidáte” que le decimos a una persona que no vamos a ver nunca más: están totalmente vacías de contenido.
Engaño, arbitrariedad e injusticia
Sin embargo, si admitiéramos por un segundo que estas cenas protocolares aportan algo al comercio internacional, todavía tenemos que resolver quiénes participan y por qué. ¿Por qué asiste De Mendiguren y no el carpintero de Villa Devoto? ¿Acaso él no podría beneficiarse igual de un acuerdo comercial con inversores italianos? ¿Por qué no voy yo y firmo la inversión en difundir lacrisisesfilosofica.blogspot? ¿Acaso no daré trabajo a muchos que empapelarán la ciudad con mi cara?
Cuando el gobierno “fomenta” las relaciones comerciales, no sólo predica sin contenido, sino que asume el papel arbitrario de seleccionar a un grupo de favorecidos y, además, utiliza el dinero de los más pobres para financiar el lobby de los más ricos.
Así las cosas, creo necesario que el gobierno vuelva a hacerse cargo de aquello que verdaderamente le compete para que los “empresarios afines” entiendan verdaderamente qué significa ser dueño de una compañía.
[i] En este caso el delito no es contra mi propiedad sino contra el derecho de mi novia o mi hermana de ser dueñas de sí mismas.