jueves, 11 de agosto de 2011

¿El votante irracional?

En la versión digital del diario La Nación del día miércoles, apareció una nota titulada “El votante irracional”, escrita por la premiada periodista y miembro de la Academia Nacional de Periodismo, Nora Bär.

En ella se busca, sobre la base de ciertos hallazgos de la neurociencia, racionalizar (valga la paradoja) la catarata de insultos hecha por Fito Páez y tantos otros luego del triunfo de Macri en Capital. Generalizando, el artículo se pregunta: “Pero ¡¿cómo puede ser que tanta gente haya votado por X y no por Z?!” A juzgar por las conclusiones, me quedo con Fito.


La tesis de este breve artículo es, básicamente, que los políticos ganan gracias a la irracionalidad de los votantes.

“… tal como explicó Facundo Manes en su último programa sobre "Los misterios del cerebro" (sábados a las 21, por C5N), y sugieren cada vez más estudios neurocientíficos -y campañas publicitarias plagadas de golpes bajos dirigidos a nuestros más íntimos resortes emocionales-, la decisión del votante es peligrosamente parecida a una conducta irracional o inconsciente: se basa en datos como la cara o la apariencia del candidato, siente una gran resistencia al cambio (aunque se le presenten argumentos convincentes), realiza inferencias similares a las que utilizan los chicos…”

Ahora bien, aceptando la premisa que el triunfo de Macri tuvo que ver con razonamientos similares a los que utilizan los chicos, o dando por sentado que Cristina ganará por la resistencia al cambio, debe destacarse que de estas premisas no se extraen necesariamente las conclusiones del artículo.

Si bien la autora busca una posición políticamente correcta sobre los “enojos post electorales”, creo que considerar irracional al votante es todavía más agraviante - y más inexacto- que acusarlo de egoísta, como dijera el autor de Mariposa Tecnicolor.

De hecho el votante, como cualquier ser humano, es un ser racional[i] y cuando vota, también lo hace racionalmente, por más que ignore las propuestas de los candidatos y sólo se guíe por la cara, la publicidad de la tele, o la entrevista en la revista GENTE.

Y si bien para Bär guiarse por estas cuestiones demuestra que el voto es irracional, creo necesario decir que es exactamente lo contrario.

Votar implica un costo, e informarse para hacerlo implica un costo aún mayor. Por otro lado, el poder que tiene el voto de cada uno es difícilmente tan importante como para inclinar una elección y, aún en el caso de que gane nuestro candidato, el beneficio que uno obtiene está muy disperso entre toda la población (es decir, es difícil que nos beneficie directamente si es que no formamos parte del sindicato de Moyano).

Por último, el costo de una mala elección (votar al que finalmente termina haciendo las cosas mal) también está disperso y las consecuencias están distribuidas entre toda la población (a menos que seas un productor de carne y te prohíban las exportaciones, o seas un economista profesional y te multen por medir la inflación). Ergo, los incentivos para tomar una decisión "informada" son bajos.

De esta forma, lo que la periodista describe como irracionalidad, no es más que lo que otros autores llamaron hace más de cincuenta años la “ignorancia racional”:

“En una de sus originales contribuciones a la teoría de la elección pública, Anthony Downs (1957) resaltó que el individuo que vota es –en gran medida- ignorante pero es racional en mantenerse en ese estado. La lógica detrás de esta afirmación es que el voto del individuo raramente decide el resultado de una votación. De esta forma, el impacto de hacer un voto bien informado es cercano a, sino directamente, cero.”[ii]

¿Entonces, para qué informarme, leer los planes de los candidatos, saber sobre economía, sobre moral, sobre justicia, o sobre política si, en el fondo, mi voto va a hacer muy poco por mi bienestar y el bienestar del país?

¿Para qué me voy a informar a fondo si puedo tener un pantallazo general al ver un spot televisivo y dedicar el resto de mi tiempo a hacer actividades que sí redunden en un beneficio directo como trabajar, cuidar a mis hijos, o mirar Bailando por un Sueño?

En conclusión, podemos ser críticos de quienes ganan las elecciones. Podemos oponernos a la idea de que las campañas tengan más marketing que debate político. Podemos quejarnos de que sistemáticamente nos toquen los peores gobernantes. Pero grave será el error si creemos que la culpa la tiene la supuesta irracionalidad de los votantes.


[i] Racional en el sentido que toma decisiones utilizando su razonamiento y sopesando costos y beneficios. La racionalidad no garantiza que el individuo esté acertado, sino simplemente que actúa paraconseguir un objetivo.

5 comentarios:

  1. Adecuado artículo. Revela pensamiento racional despojado de influencias sentimentalistas. Las teorizaciones de los porqué vota cada votante, son construcciones teóricas que pertenecen al mundo de la "lírica", o la "literatura" o pretenden competir en algun certamen " pensamiento original". La realidad es mucho mas simple, y acá, se vota porque es obligatorio.

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  2. Es difícil ponderar la actitud del votante en una época como esta donde las campañas son un desastre y se vende a candidatos como si fueran productos de supermercado. Dentro de esta banalidad es estúpido echarle la culpa al pobre votante de su pobre raciocinio a la hora de elegir un candidato. En síntesis, solamente nos queda elegir según la cara, si es buen tipo, si es hijo de tal, si triunfó como empresario. Los votantes saben tan poco de los candidatos así como estos dicen tan poco en sus discursos sobre lo que van a hacer. Las consignas electorales son cada vez más vacías.
    En el único caso en el que se puede votar algo más es cuando conocemos el proyecto porque ya se realizó en algún lado. Como el caso del oficialismo o de quienes fueron gobernadores y se postulan a presidente (Binner). Lo cual tampoco los salva del vaciamiento de sentido de sus campañas.

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  3. Las razones por las cuales se vota pueden ser diversas, tan diversas como votantes. Pero hay algo particular, el incentivo para hacer un voto "informado" es pequeño.

    "... se vende a candidatos como si fueran productos de supermercado"

    Esto no es causa, sino consecuencia. Como yo tengo que ir a laburar, cuidar a mis hijos, ir al supermercado, llevar a los pibes al colegio, el tiempo me puede dar poco para "interesarme en política". Mucho peor si lo que quiero no es interesarme en política ¿por qué debo hacerlo?

    En fin, ante esta situación, lo que le queda al político es venderse pero no profundizar, nadie puede dedicarle tanto tiempo a escuchar a fondo, entonces compramos consignas superficiales, imágenes, cara de buen tipo, etc.

    Pero creo que es consecuencia, no causa.

    Abrazo!

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  4. Como siempre, un placer leer la crisis.

    Algunas notas a pié de página...

    Vos decís: "... el poder que tiene el voto de cada uno es difícilmente tan importante como para inclinar una elección y, aún en el caso de que gane nuestro candidato, el beneficio que uno obtiene está muy disperso entre toda la población"

    No puedo dejar de pensar en el capítulo de los simpson en que Homero se olvida de votar y la elección se decide por un voto.
    El proceso de elección de nuestros representantes es un proceso colectivo basado en una suma de elecciones individuales. Cada voto cuenta.
    Si yo tiro un papel al piso no se va a tapar la cloaca principal de la ciudad... pero si todos tiramos papeles al piso...El famoso imperativo categórico de Kant que vos odiás. El pensamiento: "Yo lo voto a Biondini, total! es solo un voto!" puede terminar mal.

    Vos decís: "Por último, el costo de una mala elección (...) también está disperso y las consecuencias están distribuidas entre toda la población (...). Ergo, los incentivos para tomar una decisión "informada" son bajos.

    Bueno... no puedo estar más en desacuerdo. Cualquier argentino que haya vivido el gobierno de De La Rua, sabe que por más disperso que esté el costo de elegir mal, se hace notar.
    Además, la idea de que por estar desinformado gana algún beneficio o pierde menos es contradictoria con el mismo artículo de Coyne. Él dice: “The interaction in democratic politics is characterized by rationally ignorant voters, specially interested voters and vote-seeking politicians. Given this, the bias is for politicians to concentrate benefits on the well-organized, well-informed special interest voters and to disperse the costs on the unorganized and ill-informed mass of voters.” (Pag 5)
    “rationally ignorant voters, vote-maximizing politicians and special-interest groups characterize democratic politics. In order to maximize their vote total, politicians will cater to the well-organized. The result is a concentration of benefits on the well organized and a dispersion of the costs on the rationally ignorant, unorganized.” (Pag 17)
    Dado como está el sistema democrático-representativo, el votante informado y organizado puede sacar más beneficios de la clase dirigente (o ser escuchado con más atención, si querés) que el racionalmente ignorante y desorganizado.

    "El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan." Arnold Toynbee

    “El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales". Bertolt Brecht

    "Un pueblo ignorante es el instrumento ciego de su propia destrucción" Simón Bolivar

    Una última cosita. Si los políticos necesitados de votos benefician a los grupos de votantes organiazados… Que el voto sea obligatorio: ¿profundiza o dispersa esta tendencia? Si solo van a votar los que esperan beneficios: ¿Nos vamos a beneficiar todos?

    Abrazo!

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  5. Lindo desafío intelectual:

    Vamos a lo primero: Supongamos ahora que la elección la ganaba el candidato contrario a Homero por dos votos. Bien, aún en este caso, donde el electorado estaba tan dividido, el voto de Homero no hacía nada.

    Es decir, en el único caso en el que UN VOTO cuenta, es en el caso del empate. Y en la historia esto pasó muy pocas veces (si es que pasó). ¿Cómo juega esto? La percepción de la gente es que de poco vale UN voto aisladamente, que las cosas no las define uno por su voto particular.

    Para De La Rúa, obviamente, hay casos que a todos nos hacen pensar “¡Ups! Debería haber votado distinto”, y por ahí aumentan las ganas por saber, informarse y “votar mejor”. Pero aún así creo que no contrarresta el sistema de incentivos general.

    Luego, sobre la supuesta contradicción, el argumento es este: “El impacto de un voto bien informado es cercano a cero a, sino directamente, cero”. Sin embargo, para los “grupos de interés” esto no es así, ergo, los políticos le hablan a ellos.

    Luego, al ganar la elección favorecen a los grupos (beneficios concentrados) en perjuicio de la población (costos dispersos, un ejemplo sería una barrera arancelaria que eleva el costo de zapatos para todos pero les garantiza un mercado cautivo a los productores).

    Y eso está escrito acá: “el beneficio que uno obtiene está muy disperso entre toda la población (es decir, es difícil que nos beneficie directamente si es que no formamos parte del sindicato de Moyano)”

    Respecto del voto optativo, no es la solución a este problema. De hecho, como vos decís irían a votar sólo los grupos de interés y punto, “gobierno para algunos” –como ahora, pero más evidente-. Y para resolver este problema tenés que resolver el de los grupos de interés y para resolver este último tenés que investigar por qué se forman. Tengo una respuesta, creo que la sabés, pero la dejamos para la próxima.

    Abrazo!

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