martes, 28 de diciembre de 2010

¿La Feliz?

Pensando en el famoso sobrenombre que lleva la ciudad de Mar del Plata me acordé de este breve cuento:

“La Maestra enseñaba a los niños: ‘La hiena es un animal que vive en el norte de África, come carroña y se aparea una vez al año. Su característica distintiva es que emite un aullido semejante a la risa del hombre...'

Entonces pregunta:

- A ver, Juan, ¿qué entendiste?

- La hiena es un animal que vive en África, come carne podrida y se aparea una vez al año, y hace un aullido que parece que se está riendo...

- ¡Muy bien, Juanchi! ¿Y vos, Jaimito?

- Yo, en realidad, tengo una pregunta maestra: Teniendo en cuenta lo lejos que vive, la porquería que come, y lo poco que coje... ¿De qué corno se ríe la Hiena?”

Ahora repasemos las últimas noticias de “la feliz”.

El 23 de Diciembre el diario Infobae publicó que en Mar del Plata, las motos se venderán con cascos de manera obligatoria gracias a una nueva ley del Concejo Deliberante. Para que se entienda, esto es como que vos tengas un quiosco y cada vez que vendas chicles o caramelos, tengas que agregar -de regalo- una pasta de dientes o un tratamiento anti caries.

Por otro lado, el suplemento “Saludable” del mismo medio festeja con bombos y platillos el hecho que La Feliz sea una ciudad 100% libre de humo . Tan libre de humo que parece que no se podrá fumar ni en los clubes de fumadores donde los que fuman no afectan a nadie.

Por último, hoy se anunciaba por TV (y con menos jolgorio) el aumento de 20% y 30% en carpas, hoteles y restaurantes para esta temporada.

Entonces, si los vendedores tienen que ser niñeras de los compradores, si cada vez se pueden comprar menos cosas y si los que deciden jorobarse la vida sin dañar a nadie no pueden hacerlo porque estarían restándole un 0.8% al 100% del "libre de humo": ¿Estaremos realmente en “La Feliz” cuando vayamos a Mar del Plata?

Bueno, puede que todavía sí. Después de todo siguen teniendo, sol, playa y olas. Y por si esto fuera poco, siempre se puede ir a ver el espectáculo de Ricardo Fort.

“Soy feliz, soy feliz, vamos que la vida es una fiesta…”

jueves, 23 de diciembre de 2010

No fue Duhalde, fue Rousseau


Probablemente por el enorme poder que acumuló durante su gobernación en la Provincia de Buenos Aires, cada vez que ocurren hechos como los del sur de la Ciudad, muchos se miran y piensan: “Duhalde debe andar detrás de esto”.

Dado que estos reclamos muestran la situación de precariedad y pobreza en que vive gran parte de nuestra población, siempre son funcionales a aquéllos que quieren ver la popularidad del actual gobierno debilitada. Ergo, las pistas llevan hacia pocos nombres.

Sin embargo, viajando por el “Discurso sobre el Origen y los Fundamentos de la Desigualdad entre los Hombres[i] de Jean Jaques Rousseau, al "cabezón" están por dictarle la falta de mérito.

Desde el punto de vista de los ocupantes –tanto del Parque Indoamericano, como del Club Albariño o los otros predios ocupados- las tomas son hechos ilegales pero consecuencia de situaciones injustas que hay que resolver y que representan una falta aún más grave que la toma misma.

Y no fue Duhalde sino Rousseau el que distinguió la desigualdad moral de la desigualdad natural (que es la que hace que vos seas rubia y yo morocho):

“… otra, que puede llamarse desigualdad moral (…) Esta consiste en los diferentes privilegios de que algunos disfrutan en perjuicio de otros, como el ser más ricos, más respetados, más poderosos, y hasta el hacerse obedecer.”

La consecuencia de esta lectura es que vos sos más rico, porque yo soy más pobre. Y si mañana Gonzalo Heredia tiene más seguidores en Twitter que “lacrisisesfilosofica” es probablemente porque se los sacó a este blog.

Entonces, cuando no tener acceso a la vivienda -mientras que otros tienen mansiones- es visto como un robo o una situación de beneficio de unos a costa de otros, el Estado que tiene que dar justicia frena y deja pasar ya que, piensa, tiene que reparar la primer situación “injusta”.

Y así es como caemos en las “políticas de vivienda”, los subsidios, y los planes de todo tipo, tamaño y color, que castigan el esfuerzo de unos en nombre de la necesidad de otros, con el objetivo de lograr la tan deseada "igualdad moral" roussoniana.

Como corolario, los principales sospechosos de coordinar las ocupaciones, como el ex-presidente, Pitu Salvatierra o Regino Acevedo, probablemente serían condenados (en un juicio que jamás existirá) como meros autores materiales.

Sin embargo, de seguirse la investigación, el autor intelectual de esta confusión de principios que termina en “usurpo porque vos me usurpaste antes” sería sin dudas el pensador francés J.J. Rousseau.


[i] “Discurso sobre el Origen y los Fundamentos de la Desigualdad entre los Hombres”, Jean Jaques Rousseau, Página 22: http://www.policialapaz.com.ar/biblioteca/Juan%20J.%20Rousseau%20-%20Discurso%20sobre%20la%20desigualdad.pdf

jueves, 16 de diciembre de 2010

Villa Soldati: ¿La Ausencia del Estado?

La ocupación del Parque Indoamericano por parte de un abultado grupo de personas en supuesta búsqueda de un lugar para vivir y el posterior enfrentamiento entre “usurpadores” y “vecinos” llevó a muchos a la conclusión de que esto es lo que pasa cuando el Estado se ausenta.

Desde prestigiosos periodistas hasta columnistas de algún programa de TV compartían -más o menos- la misma línea de razonamiento: Cuando el Estado no está, reina la anarquía, y la anarquía es la guerra de un bando dispuesto a todo que se enfrenta a otro dispuesto a todo, y más.

Ahora bien, aun suponiendo que el escándalo fue armado por algún político interesado en “desestabilizar”, de no haber una situación propicia, este personaje no podría ni organizar la ocupación de un locutorio. Entonces, ya sea que la okupación fue armada o espontánea, lo que se aprecia es que la miseria y la exclusión no han sido erradicadas aún.

¿Y quién es culpable de esto? ¿El Estado ausente? Veamos...

Por ley, el salario mínimo que un empresario debe pagar a un empleado es de 1740 pesos mensuales. Por supuesto, esto genera que si un empresario pudiera contratar por debajo de ese nivel, tendría dos opciones: o no contratar (desempleo), o contratar en negro. Si recurre a la segunda, el empleado tiene trabajo pero difícilmente tenga acceso a un crédito para comprar una casa, por ejemplo.

Por otro lado, según el Banco Mundial, los trámites burocráticos necesarios para registrar una empresa en el país pueden llevar hasta 27 días hábiles. En países que progresan, en cambio, los trámites pueden tomar entre uno y dos. No es extraño entonces que la proliferación de empresas en argentina sea lenta y el empleo no crezca.

Además, en el país tenemos cerca de un 30% de inflación anual, cuyo único responsable es el gobierno, que debe financiar sus crecientes gastos.

Por último, nuestros gobiernos están siempre dispuestos a crear “derechos” allí donde haya un grupo que diga tener una necesidad y luego financiarlos con el dinero de todos, mediante impuestos, inflación o deuda.

Como conclusión, tenemos un Estado que en aras de mejorar la situación del trabajador genera desempleo, un Estado que por controlar y supervisar al mercado y a sus agentes, destruye el incentivo para la creación de empresas que son vitales para dar trabajo y ofrecer productos a precios competitivos.

Un Estado que para alentar el consumo y salir de la recesión, ha generado una inflación que dios sabe cuándo y cómo terminará. Y, por último, tenemos un Estado que está dispuesto a compensar a cualquiera que proteste, total no asume por ello ningún costo económico, sino que nos lo traslada a todos nosotros.

Entonces ¿Cómo no va a haber gente que viva de changas y que al no poder seguir pagando su aumentado alquiler, siga al que le dice “si vamos al parque, podemos conseguir un subsidio”?

Finalmente, que los enfrentamientos no hayan sido frenados por las fuerzas de seguridad reflejan la inacción estatal. Pero nada de lo que llevó a generar esta situación tiene que ver con la inacción estatal. Es más, cabe preguntarse si no se debe al fenómeno inverso.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Jurando por un Sueño

O una pesadilla...

Hace poco asistí a la ceremonia de colación de grado de la Facultad de Ciencias Económicas, en donde recibí de manos de las autoridades mi diploma de Licenciado en Administración.

Si bien la última materia la rendí hace dos años, los trámites burocráticos toman su tiempo y uno es agraciado si recibe su diploma al año de concluir los estudios. Uno de estos trámites consiste en elegir la “fórmula del juramento profesional”.

Para asegurar que tendremos una conducta ética y responsable, y no defraudaremos maliciosamente a nadie en el ejercicio de nuestra profesión, se nos hace jurar ante algo supuestamente “superior”. Las fórmulas a elegir pueden ser:

Fórmula #1: “Juro por dios nuestro señor y estos santos evangelios, la patria y el bienestar de la humanidad y los derechos humanos, arreglar mi conducta a los dictados del bien y de las leyes, dedicar con empeño patriótico mis esfuerzos al engrandecimiento de la nación, poner íntegra y lealmente al servicio de la sociedad y de mis semejantes los conocimientos de mi profesión, de mi arte o de mi ciencia. Si así no lo hiciera, dios, la patria y la humanidad me lo demanden"

Fórmula #2: "Juro por la patria, el bienestar de la humanidad y los derechos humanos, arreglar mi conducta a los dictados del bien (…) Si así no lo hiciera, la patria y la humanidad me lo demanden"

Fórmula #3: “Juro por dios, la patria y el bienestar de la humanidad y los derechos humanos, arreglar mi conducta a los dictados del bien (…) Si así no lo hiciera, dios, la patria y la humanidad me lo demanden".

Como puede observarse, Dios y los Santos Evangelios pueden obviarse en vista de que haya ateos o religiosos no católicos entre los graduados. Sin embargo, la patria, el engrandecimiento de la nación y el servicio a la sociedad deben mencionarse siempre.

¿Y qué hay del que quiere trabajar por su futuro personal? ¿Quién considera al que quiere procurar el bienestar a su familia mediante el esfuerzo y el trabajo? ¿Por qué no se puede jurar por engrandecer la cartera de clientes y ponerse al servicio de ellos cuando nos necesiten?

Se ve que al lado de “lo patriótico”, las inclinaciones personales, quedan en segundo plano.

Ahora bien, respecto de la cuestión religiosa, ya sea que exista dios o no, sus intérpretes siempre fueron seres humanos. Y cuando los reyes decían recibir su autoridad de éstos, no evitaron caer en las tentaciones del poder, lo que terminó con el colapso de las monarquías absolutas por derecho divino de la Edad Media.

Con conceptos como “la patria”, el “bienestar de la humanidad” y el engrandecimiento de la nación, el problema es el mismo: su interpretación. ¿Quién vendrá a interpretar al pueblo y la nación cuando éstos deban demandarnos?

No hace mucho en una de sus editoriales Jorge Lanata nos recordaba –en crítica al nuevo director de Télam, Martín García, y a Federico Luppi- que no hay solamente “un pueblo”:

“García dice en una nota de La Nación: ‘estamos del lado del pueblo’, como si el pueblo tuviera un solo lado ¿No? ‘Nosotros somos el pueblo’. Mirá vos. Tanto García, como Luppi quizás representen al 40%, 50%, al 60% o al 95% de la población, pero no son toda la población. No son el pueblo. Todos somos el pueblo.”

Si bien someter nuestro accionar a algo que consideramos superior parece revestir un carácter sagrado e inviolable que asegurará nuestro buen desempeño, aceptar – ¡y jurar!- que debemos trabajar por “la nación” y servir a “la sociedad” es el caldo de cultivo para que cualquier presidente o funcionario se arrogue la representación de éstas y en su nombre vulnere los derechos más esenciales de los ciudadanos.

Los más conocidos dictadores –que en su mayoría gozaron de alta aprobación popular en sus comienzos- siempre olvidaron el detalle que el pueblo somos todos, y no su propia versión de éste.

Y dado que nadie puede representarnos fehacientemente a los cuarenta y algo de millones que ya debemos ser, es un buen momento para replantear la validez de estos juramentos y juzgar su real trascendencia.

viernes, 3 de diciembre de 2010

La Escuela Kirchner y la otra cara del Derecho a la Educación

Imaginemos que un día los dueños de Coca-Cola Company® decidieran realizar un “lifting comercial” y cambiaran el nombre de su producto estrella de “Coca-Cola” a “Luis Barrionuevo-Cola”.

Por supuesto que cualquiera podría inferir que la poca relación del nombre con el “objeto social” de la empresa, en conjunto con la pésima connotación que implica llamarse como el célebre “no robemos por dos años” Barrionuevo, tendría como consecuencia un fracaso comercial digno del libro de los récords.

He aquí un buen incentivo para que las organizaciones busquen tener nombres que las relacionen con su actividad comercial y suenen atractivos para el cliente.

Sin embargo, en el sagrado mundo de la educación pública, no existen mecanismos que prevengan a las escuelas de cometer estos errores. El caso más reciente es la inauguración de la Escuela “Presidente Néstor Carlos Kirchner”.

Más allá de lo poco que hizo Néstor por la educación, lo mucho que hizo por destruir el poder de compra de los argentinos, y los escándalos de corrupción que estallaron durante su gobierno, los chicos de Albardón irán todos los días al colegio que lleva su nombre.

Ahora bien, si Coca-Cola quiere ponerse un nombre indecoroso, poco podríamos opinar al respecto. De hecho, pondrá en juego su patrimonio, no el nuestro.

¿Pero por qué parte de nuestro patrimonio sí será destinada a financiar actividades que algunos consideramos equivocadas y distorsivas de la realidad como poner a Kirchner a la par de próceres como Alberdi y Sarmiento?

Algunos argumentarán: “Estimados, así es la democracia, cuando ellos están en el poder, hay que aguantársela”.

Ahora, ¿implica esto que cuando otro sea el presidente podrá construir la “Escuela Conductor Marcelo Hugo Tinelli” o el “Liceo Superior Actor Guillermo Francella” y quienes estén en desacuerdo deberán, no sólo tolerarlo, sino también solventarlo?

¿Implica que cuando unos estén en el poder aprenderemos que “Perón ama a los niños” o que “Perón y Evita nos aman” y cuando otro sea el gobierno, cambiará el personaje a venerar porque así es la democracia?

Podemos pensar que hay distintas miradas del mundo, la economía, la sociedad y la historia, que merecen -o no- ser enseñadas y aprendidas. Ahora, el sistema de la educación pública (y monopólica ya que todos los programas deben ser aprobados por el Ministerio de Educación para ser “oficiales”) provista por el Estado ha tendido a priorizar una mirada sobre otra. Y el resto, ajo y agua.

¿Habrá un sistema en que si es del gusto personal de alguno enseñar a las generaciones futuras lo maravilloso que fue “el primer trabajador” pueda hacerlo y no tenga que obligarnos a todos a financiarlo?

¿Existe un mundo en el que puedan convivir escuelas “Néstor Kirchner” y “Carlos Menem” y yo no tenga que ser cómplice de la decadencia de la educación nacional? ¿Podremos -con libertad- decidir a qué colegio enviar a nuestros hijos según nuestras convicciones y no según la de los que nos gobiernan?

¿No sería éste un sistema mucho más democrático y mucho más plural, de verdad?

En nombre de la pluralidad y la "democratización" se han intentado controlar los medios de comunicación, acusados de ser monopólicos.

Sin embargo, a nadie se escuchó aún hablar del monopolio que implica el sistema de educación pública y la otra cara que presenta el “derecho” a la enseñanza.

jueves, 18 de noviembre de 2010

El Oso Garassino, Albredi y los valores

Además de morirme de risa al recordar a algunos profesionales del deporte, el último comercial de "Minicuotas Ribeiro®" me llamó a la reflexión.

Crisis de valores

Allá por el 2001, el clamor popular era “que se vayan todos”. La clase política había decepcionado a la población y el desempleo y el hambre dieron lugar a una situación desesperante para muchos.

Luego de investigar si el problema era político; si debíamos achicar el gasto como decía López Murphy; si debíamos armar una canasta de monedas como decía Cavallo; o si teníamos que abandonar la convertibilidad como se terminó haciendo, algunos se animaron a decir que el problema argentino era “de valores”. Muchos coincidimos.

En un país donde nadie cumple los contratos, nadie llega temprano, nadie respeta el tiempo ni el dinero de los otros, no podemos esperar que los políticos actúen distinto.

Sin embargo, si bien el planteo es, a mi juicio, bastante acertado, la solución que la gran mayoría le vio a este problema es, al menos, cuestionable.

Necesitábamos más educación. Necesitábamos aprender “valores” en el colegio.

Ahora bien ¿cuál es la posibilidad de que si a mí me dicen que tengo que respetar a los otros en el colegio, el día de mañana, cuando mi falta de respeto no represente ningún costo, vaya a procurar ser respetuoso? ¿Por qué voy a “valorar” algo como importante si, de no hacerlo, no pierdo nada?

¿Por qué los que manejaban los bancos, en lugar de resolver la situación de sus clientes –o por lo menos intentarlo- aceptaron silenciosamente el corralito? ¿No les dijeron en el colegio que lo tuyo es tuyo y lo mío es mío? Y si hubieran cursado la materia “No le robes a los clientes” ¿habrían actuado distinto?

Mi presunción es que no.

¿Educación o sistema?

En uno de sus argumentos a favor de la inmigración, Juan Bautista Alberdi sugiere:

No pretendo que la moral deba ser olvidada. Sé que sin ella la industria es imposible; pero los hechos prueban que se llega a la moral más rápido por el camino de los hábitos laboriosos y productivos de esas naciones honestas que no por la instrucción abstracta

Volviendo al Oso Garassino y las "minicuotas", en un contrato de mutuo, el prestador debe dar confianza y respaldo al que pide el crédito si quiere que éste lo recomiende con sus amigos. Por otro lado, el prestatario se obliga a devolver el préstamo en la cuantía y los plazos pactados. De no hacerlo, se arriesga a que el prestamista haga correr la voz y se pierda el crédito para siempre.

De aquí que sea importante conservar el valor de la palabra.

Es decir, la “industria”, como Alberdi llama a la actividad comercial, y los "hábitos laboriosos y productivos" de ésta pueden ser mucho más poderosos que cualquier intento escolar y abstracto de “evangelizar” y moralizar a los individuos.

Por más que a alguno le resulte difícil de creer, el interés individual –considerado egoísta y aprovechador- puede terminar siendo una fuente creadora de valores morales tales como el respeto, el pago a tiempo, la producción de calidad, el buen trato, la amabilidad y -como se le exige a Garassino- el valor de la palabra empleada.

Entonces, si aceptamos que la crisis es verdaderamente filosófica y moral, tenemos que poner seriamente en duda si la resolución pasa por crear más escuelas, o por facilitar la creación de empresas y promover un sistema de libre competencia donde faltar a la palabra represente un perjuicio económico y confiscar los depósitos represente la desaparición absoluta y perpetua de la empresa en el mercado.

Finalmente, es importante destacar que tal sistema no existe hoy en día, por lo que no deberíamos sorprendernos si llegáramos a vivir situaciones similares en el futuro.


jueves, 11 de noviembre de 2010

Lecciones de Ratatouille II

Lección de Ratatouille #2: Si la función del líder es proveer el “bienestar general”, entonces algunos se deberán sacrificar en favor de otros sin contraprestación. Si así no lo hicieren, entonces serán tratados de traidores, antipatrias, elitistas u oligarcas.

Para que nadie se enferme, Remy tenía que cumplir su función de controlador de veneno. Sin embargo, como su pasión era ser Chef, su padre lo trata de “humano” y de snob.

Para que todos coman carne, los productores deben abastecernos a precios “populares”. De lo contrario, son tratados de oligarcas, desestabilizadores y se les prohíbe ejercer el comercio o se intenta retenerles un porcentaje confiscatorio de sus ganancias.

Lección de Ratatouille #3: Si la función del líder es “protegernos”, por más que allá afuera no haya peligro alguno, éste se empeñará en buscarlo, encontrarlo y repetirlo hasta el cansancio hasta que nos demos cuenta que estamos bajo amenaza permanente.

Que los humanos odiamos a las ratas es real, pero también es cierto que Remy encontró al único humano que estaba dispuesto a llevarse bien con una rata.

Que el comercio internacional puede fundir a algún productor argentino también es real, pero también es cierto que si miramos atentamente todo el tablero, el beneficio es mayor que el costo porque implicó que la gente eligió en libertad por el producto “mejor”[i].



[i] Aquí “mejor” refleja un concepto relativo. Relativo a un momento dado, un lugar dado, y unas preferencias específicas para ese tipo de producto. Es un concepto que, aplicado a cualquier bien, cambia constantemente. Ésa es la esencia del mercado.


jueves, 4 de noviembre de 2010

Lecciones de Ratatouille I


De Rousseau a Kirchner que venimos comprando la siguiente idea:

"... tratar de servir al intereses del conjunto por sobre los intereses sectoriales (...) poner el bien común por sobre los intereses individuales..."(1)




Lección de Ratatouille #1: Si aceptamos que existe un interés social que se enfrenta y debe anteponerse al interés individual, entonces tus deseos, talentos, capacidades y esfuerzos terminarán siendo otra pieza más del engranaje.

Remy quería ser Chef y tenía las condiciones y la motivación para serlo, pero su padre encontró el lugar exacto para él dentro de la colonia. Una suerte de control de bromatología roedor. Ahí le sería útil a la "sociedad".

El asunto es: ¿Quién interpreta la voluntad de esa supuesta "sociedad", la voluntad del "grupo", la voluntad de tu "pueblo", tu "nación"?

Para Remy, fue su padre, el líder. ¿Y para nosotros? ¿Serán nuestros gobernantes? ¿Pueden ellos saber cuál es el interés denominador común de 40 millones de personas? ¿Y si se equivocan? La propuesta es demasiado riesgosa.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Kirchner

Su muerte y la Teoría del OVNI

Si la Argentina fuera conquistada por OVNIS y éstos transformaran nuestro suelo en un infierno viviente, bienvenida sería la hora de su extinción, desaparición o regreso a casa. De hecho, si pudiéramos ganarles una guerra, felices seríamos.

Sin embargo, la teoría del OVNI no aplica a nuestra actualidad nacional. Las premisas rectoras del gobierno de Néstor Kirchner fueron vitoreadas y aplaudidas por una amplia mayoría de nuestra sociedad.

Kirchner no era ningún OVNI. Obtuvo su legitimidad de la mano de la gente y se ganó a un electorado que eligió libremente sus postulados y sus programas.

Su muerte hoy extingue su persona, extingue su carisma y extingue su estilo de confrontación y agresión al contrincante pero de ninguna manera genera un cambio de raíz en la manera de enfrentar los problemas del país.

En nuestra democracia republicana, la única manera de superar el “modelo K” que hoy profundiza la presidente, es que nos convenzamos que los principios filosóficos que se encuentran detrás de éste sólo llevan a la pobreza, la ignorancia y el autoritarismo.

Hasta que esto no suceda, ni siquiera el suceso de esta mañana detendrá la impronta de nuestro ex presidente.


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Nota personal: yo soy hijo y mi viejo cumplió sesenta y uno hace poco. Así que -desde la distancia ideológica y física- acompaño el sentimiento de su familia.

jueves, 21 de octubre de 2010

Ganar sin Riesgo

¿Por qué le damos legitimidad y trascendencia a planteos que -en otro ámbito- tildaríamos de irracionales y absurdos?

Pablo tiene 35. Su última novia lo dejó después de ver en el cine “Un Novio para mi Mujer”. Era de esperarse. El tipo no tuvo mejor idea que expresar su verdad: “Ves, ¿Para qué se va a casar uno si después tiene que conseguir que el Cuervo Flores le saque de encima a su mujer? ¿Para qué siquiera comprometerse, involucrarse, si después es obvio que algo va a salir mal?”

Claro, Virginia no quiso saber más nada. Por suerte sólo salían hace tres meses de modo que no fue muy duro para nadie.

El problema es que Pablo vive quejándose. Ve a su alrededor y dos de sus íntimos amigos están casados y Adrián, el cuarto del grupo, está como loco con Jimena, su novia de hace 6 meses, con quien quiere casarse en Noviembre.

Le parece injusto. Está angustiado y necesita descargarse. Por ello, decidió consultar un psicólogo.

- El Licenciado Moyano lo atenderá el Martes a las 19.00 Hs. Señor.

- Allí estaré. Gracias, hasta luego.

Ese martes:

- ¿Sabe qué pasa doctor Moyano? Yo veo que ellos están más felices que nunca, alguno ya piensa en tener hijos, otro quiere hacer una fiesta para tirar la casa por la ventana. ¿Y yo qué? ¿Me quedo solo mirando una película en mi casa? ¿A usted le parece?

- Mire Pablo, a mí me parece una injusticia total ¿Cómo es posible que ellos, sólo por el hecho de estar enamorados, puedan ser felices? Todo bien con el amor y San Valentín, pero usted tiene que tener una compensación.

- Eso es lo que yo digo. ¿Quién se va a hacer cargo de mí?

- ¿Usted los sigue viendo a sus amigos?

- Sí por supuesto, jugamos al fútbol todos los martes, y los viernes siempre hacemos asado en lo de alguno, y van con sus esposas o novias, según el caso. ¿Y el boludo de Pablo? Solari, Dr. Moyano, ¡Solari!

- ¡Qué atrocidad! Mire lo que vamos a hacer. El día del casamiento de Adrián, usted se tiene que oponer…

- Me opongo…

- … y cuando le pregunten, les va a decir que usted les exige un porcentaje de su felicidad. Pero no sólo a Adrián y a su futura esposa, a todo su grupo, ¿se entiende? Tendrán que comportarse como hombres de una vez por todas y compartir esa felicidad que están viviendo, no es lógico que a usted lo dejen afuera.

- ¡Claro doctor, absolutamente! ¡Es lo que tengo que hacer!

- Excelente Pablo, lo espero la semana que viene.

- Gracias Doctor Moyano, muchas gracias.

- De nada Pablo. Y otra cosa: puede llamarme Hugo.


jueves, 14 de octubre de 2010

Estilo K (ant)

En una de las tantas anécdotas personales que supone nos interesan cuando escuchamos algún discurso suyo, la presidente aprovechó para decir que –además de que, al igual que Macri, se aburría en el congreso- ella nunca en su vida había considerado los costos políticos de sus acciones:

Yo sé que… las especulaciones, sé que toda esa cosa de que el costo político. Miren si yo hubiera pensado en costos políticos. Nunca, en mi vida, pensé en costos políticos…

El comentario fue apenas deslizado, como si no tuviera mucha importancia (de hecho más trascendencia política tenía el veto al 82% móvil que acababa de anunciar). Sin embargo, creo que es algo que no debe obviarse.

¿Por qué la presidente, que es política, se dedica, aunque sea un segundo, a remarcar que no especula con los costos políticos de sus decisiones? ¿Alguno imaginaría a José Meolans o a Juan Martín del Potro comunicando su poco interés por el costo deportivo de sus acciones? ¿Qué habría pasado si Julio Bocca no hubiera sopesado bien los costos artísticos en su carrera? ¿Te imaginás qué pasaría si vos no tuvieras en cuenta el costo, cada vez que vas al supermercado? ¡Ojalá pudiéramos!

Pero el problema no es la K de Kirchner, el problema es la K de Kant:

“... tanto mayores serán la grandeza y la dignidad interior de un mandato cuanto menores sean las causas subjetivas favorables y mayores las contrarias, sin debilitar por ello en lo más mínimo la construcción de la ley ni disminuir un ápice su validez.”[i]

Para Kant, las leyes que gobiernan nuestras acciones personales en absoluto deben estar afectadas por nuestras preferencias. Jamás pensarás ni en el beneficio ni -dios nos libre- en el costo de tus acciones para actuar. Siempre te referirás a una ley moral superior… el imperativo categórico, digamos.

En el mundo kantiano, por consiguiente, el egoísmo es malo y nuestras acciones necesariamente deben estar libres de la influencia de nuestros “salvajes deseos”. Ergo, las empresas operan para dar trabajo, los artistas trabajan para alegrar a su público, los deportistas compiten por su bandera y los obreros mezclan cemento porque aman los edificios.

Este mundo idealizado y utópico que pinta Kant nos ha dejado dos huellas imborrables. La primera es una culpa insostenible. Nadie puede ser rico en el país, si tenés un Mercedes-Benz, sos un inmoral, un cagador o, para peor, un hábil financista, un tipo inteligente, un buen hombre de negocios.

La segunda huella es que tus objetivos personales no son suficientes para justificar tus actos. Debe haber “algo más”, algo superior, tenés que ser parte de una “causa”.

Cristina Kirchner sintetizó esa causa en su brindis del bicentenario:

la Patria, el pueblo y porque cada uno de nosotros, desde cada lugar que nos toque desempeñar nuestra tarea, se haga con lealtad a esa Patria y a ese pueblo.”

Patria, pueblo, lealtad, ¿cuántos crímenes se seguirán cometiendo en tu nombre?




[i] Immanuel Kant. “La Metafísica de las Costumbres”. Ediciones Libertador. (Texto completo)

jueves, 7 de octubre de 2010

Tchaikovsy, Lady Gaga o el Autoritarismo

Por lo general (acaso sea por la influencia del “monopolio”) los argentinos solemos mirar con el ceño fruncido medidas que tiendan a regular la prensa (ley de medios), medidas que atenten contra el derecho de industria lícita (caso Fibertel) y hasta solemos dudar de la efectividad y la legitimidad de la mayoría de los subsidios.

Sin embargo, existe un área protegida por el manto sagrado de lo políticamente correcto, una actividad cuya sola mención no admite prueba en contrario y una esfera a la que nadie debería osar quitarle su merecida prioridad: La Promoción de la Cultura.

Seguramente la idea hegeliana de que el arte puede “mitigar el salvajismo de los meros deseos” al “encadenar y educar los impulsos y pasiones”[i] tenga su cuota de responsabilidad en la creencia de lo beneficioso y necesario que es que el gobierno promueva el desarrollo de la cultura y las actividades artísticas.

Además, es mucho más cool y más refinado que decir “el salvajismo lo vamos a combatir con la policía”.

En este marco fue que el Ministerio de Cultura de la Ciudad –a cargo de Hernán Lombardi- organizó, el pasado sábado, el concierto de Zubin Mehta en la 9 de Julio para unas 30.000 personas. Por supuesto que el costo de este megaevento “gratuito” fue pagado por todos nuestros impuestos –los de los porteños-.

Que el gobierno organice un evento como éste puede equipararse a que, un día, Mauricio Macri, nos saque plata de nuestra billetera y se la dé a Lombardi para que éste nos elija en Musimundo el CD que debemos escuchar. Esta es la manera de difundir la buena cultura que ningún vecino de Buenos Aires debería ignorar.

Ahora la pregunta es ¿Qué saben Lombardi y Macri más que cada individuo por sí mismo de la buena cultura? ¿Cómo harán para elegir lo que verdaderamente es mejor? Veamos qué decía un economista austríaco que visitó la Argentina en 1958:

“…en error aún mayor inciden tales artistas cuando dicen que ‘tiene el gobierno que apoyar a los buenos poetas, pintores, y escritores’ ¿A quién debería el correspondiente ministro comisionar para decidir si un nuevo y original pintor es bueno o es malo? Habría de acudir a los críticos, los profesores de historia del arte, gentes que normalmente no saben sino mirar hacia el pasado, y pocas veces han descubierto genio desconocido alguno”[ii]

Por ahí aquí yace el misterio de porqué Lombardi se dedicó a la política y no está descubriendo a las futuras Lady Gagas y los futuros Justin Timberlakes del mundo. En síntesis, nada parecería indicar que el ministro que sea, pueda saber realmente qué es una oferta cultural que valga la pena y qué no.

Sin embargo, lo hacen y muchos son los que aplauden.

Ahora: si aceptamos que el gobierno sea el encargado de ofrecernos cultura de la buena ¿Cuánto tiempo pasará hasta que decida ofrecernos información de la buena? ¿Libros de los buenos? ¿Costumbres de las buenas?

¿Y cuánto más hasta que decida prevenirnos de la mala cultura, la mala información, las malas costumbres, y del subsidio y el fomento pasemos a la censura y el apriete?

No se me ocurre aquí plantear que la gestión Macri es similar a la de Kirchner. Sin embargo, sí querría advertir que una vez que permitimos que el gobierno decida sobre cosas sobre las que cada uno de nosotros está en mejor posición de decidir por sí mismo, estamos plantando la semilla de un potencial régimen autoritario y tiránico.

Una vez plantada, al gobierno podrán llegar los Kirchner, o podrá llegar José Pérez. Pero si no pensamos que hay cosas sobre las que lo mejor es dejar que cada uno decida, lo único que nos protegerá de que éste no sea como los anteriores, será la suerte.


[i] John Carey. “¿Para qué Sirven las Artes? http://www.solesdigital.com.ar/libros/artes.htm

[ii] Ludwig Von Mises. “Seis Lecciones Sobre el Capitalismo

martes, 5 de octubre de 2010

La Salud al Poder


Iván: Ahora ¿a ustedes les parece vivir en una ciudad donde entrás en un restaurant y no podés fumar?

Martín: ¡Sí, sí y sí, a mí eso me parece perfecto!

Gabriel: ¿Qué decís? ¡Por favor! ¡Qué placer venir, comer una buena pizza, una cerveza y después fumarse un cigarrillo!

Lucho: Sí, yo creo que debería haber lugares y lugares. Que quede a criterio del dueño, algunos donde se pueda fumar, otros donde no se pueda, y otros que dividan los salones…

Iván: Claro, algunos para los normales y otros lugares para las “Susanas” de este mundo… o para los “Martines” también, por lo que veo...

Martín: Claro entonces todos los “dueños” elegirían tener lugares de fumadores y el resto que se joda.

Lucho: No necesariamente, seguramente habría lugares donde no se controlaría quién fuma y quién no fuma y otros donde sería negocio mantener un ambiente “libre de humo” con un control estricto.

Iván: Y el gobierno no tendría por qué meterse.

Martín: Pero está bien que se meta, para eso está el gobierno, para protegerte. Que no te moleste el resto.

Lucho: Pero así lo que se impone es la voluntad de una minoría… la que no fuma, sobre la que fuma o la que no le molesta el humo.

Martín: Bueno puede que no te moleste, pero sí es nocivo para tu salud.

Gabriel: Sí bueno pero cada uno es dueño de cuidarse la salud como quiera.

Iván: Si cuidás tu salud, irás a un restaurant que diga “Exclusivo para no fumadores” y si no te molesta exponerte al riesgo, optarás por un lugar de fumadores. Eso es la verdadera tolerancia.

Martín: Si bueno pero es la ley, y si la ley lo dice, hay que cumplirlo.

Gabriel: Obviamente, es la ley, ni loco me voy a prender un cigarrillo acá, la voy a respetar. Si es ley hay que bancársela.

Iván: Sí, es la ley, pero el tema es que la ley está mal, porque es como que te obliguen a pintar las paredes de tu casa de verde cuando vos las querés tener blancas.

Gabriel: Bueno con ese criterio como es tu casa también podrías matar personas. Es una “zona liberada”, tus propias reglas, etc.

Iván: Bueno como lo expresé di lugar a eso. Quiero decir que es una ley injusta.

Martín: Bueno si la ley es injusta, entonces la que te queda es irte a un país donde las leyes sean “justas” para vos…

Gabriel: Ah ¡qué linda solución! o te gusta o “andáte a otro lado”. Tampoco es para tanto…

jueves, 23 de septiembre de 2010

Muerto el perro ¿Se acaba la rabia?


El pasado viernes 11 de Septiembre el ex-presidente Néstor Kirchner fue internado debido a una obstrucción coronaria y debió someterse a una angioplastia.


Dadas mi ignorancia en temas médicos y mi tendencia a la hipocondría, y sumado al hecho que Néstor ya había sido intervenido hacía no mucho tiempo pensé que algo realmente malo podía pasar. Sin rodeos, temí su muerte.

Acto seguido me pregunté ¿Y si se muere Kirchner, qué le pasa a la Argentina? Qué pasa con el país de la inflación, la inseguridad, el autoritarismo y la violencia si quien es acusado de gobernarlo (porque sabemos que en los papeles gobierna su mujer) deja de existir.

Para ponerlo en términos menos lúgubres: ¿Qué sería de nuestro país si Néstor decidiera mañana tomarse un avión y pasar un merecido descanso vitalicio en las Bahamas luego de tanto empeño puesto en la destrucción de nuestra nación? ¿Cambiaría algo? Veamos.


En ocasión de su presentación ante el Congreso Nacional en Marzo del 2004 Kirchner puntualizaba sobre los siguientes temas:


El Estado que regula el mercado:

“Capitalismo con reglas claras en las que el Estado cubra su rol con inteligencia, para regular, para controlar, para estar presente donde haga falta mitigar los males que el mercado no repara. Un estado que ponga equilibrio en la sociedad y que permita el normal funcionamiento del país”

Sobre el Estado estimulador del consumo:

“… la recuperación del consumo ha sido puesta en el centro de la economía. Sin consumo creciente la recuperación se queda sin locomotora y el crecimiento sostenido no define su sendero.”

Sobre el Estado Inversor:

“Con la creación del Ministerio de Planificación Federal e Infraestructura, y con la decisión expresada desde el primer día de nuestro gobierno, se ha vuelto a planificar y a ejecutar obra pública en la Argentina…”

Sobre el Estado como el creador del “Bien Común”:

“Nuestra convicción nos impone tratar de servir al interés del conjunto por sobre los intereses sectoriales o de partido, poner el bien común por sobre los intereses individuales…”

Más allá de que en la actualidad NK no es el político mejor visto, es interesante notar que en el momento de estas declaraciones, Kirchner contaba con un apoyo popular cercano al 80%.

Y aún el día de hoy ¿Cuántos argentinos rechazarían estos postulados? ¿Cuántas personas aceptan que el Estado debe regular al “capitalismo salvaje”? ¿Cuántos consideran que efectivamente es función principal del gobierno promover el “bienestar general” dando educación, salud, salarios elevados, empresas eficientes, crecimiento del empleo? ¿Cuántos criticarían la idea del Ministerio de Planificación como generador de empleo y en consecuencia consumo y producción? ¿Cuántos tienen la certeza absoluta de que el interés social debe anteponerse al interés individual?

Por más honestidad y nobleza que estos postulados parezcan tener, debemos notar que existe una relación inevitable entre éstos y los posteriores hitos de la gestión K.

En efecto: ¿es mera casualidad que luego de “la recuperación del consumo” estemos lidiando con un proceso inflacionario de los más serios de las últimas décadas? ¿Es producto del azar que luego del establecimiento del Ministerio de Planificación Federal y el regreso de la obra pública casi todos los escándalos de corrupción tengan estrecha relación con éste? ¿Es producto del mal carácter de Moreno que la libertad de comercio en Argentina sea hoy una utopía o tiene que ver con la idea de proclamar “serio” a un falso capitalismo que regula y asfixia al tiempo que propicia todos los espacios para la creación de “peajes” y prebendas?


Por último: Si es Kirchner el que va a procurar el bien común de los argentinos, y va a desentenderse de los intereses individuales, ¿cuál es la necesidad de tener un congreso balanceado?


¿Cómo no va a ser agresivo con la prensa crítica si, en última instancia, es él el único que conoce y defiende el “interés general”? ¿Cómo no considerar “enemigo de la patria y el pueblo” a todo el que piense diferente?

Es popular el dicho que acá tirás una semilla y algo crece. Tenemos un suelo muy fértil para la agricultura. De la misma forma, tenemos un terreno fértil para el surgimiento de gobiernos abusivos e ineficaces.


Si compartimos las premisas filosóficas de sistemas mediocres y autoritarios, difícilmente el hecho de que Kirchner se retire en Bahamas tenga verdadero impacto en nuestro desarrollo. La prueba más notable de esto la ofrece el hecho que la presidente sea Cristina Fernández... de, por y para Kirchner.
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Algunos hitos del gobierno de Kirchner:

viernes, 3 de septiembre de 2010

Amando nuestro país

“No es lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que puedes hacer tú por tu país.”

John F. Kennedy

Y, finalmente, luego de décadas de penurias sociales y económicas, en nuestro país habíamos llegado a entender el verdadero sentido de la solidaridad social, el compromiso moral y la fuerza de la unión. Fue ese día, en Noviembre, que consagramos el amor a nuestra patria.

Queríamos tanto al país, que nuestra alimentación se basó sólo en productos bien nuestros. ¡Siempre fuimos un país agricultor y por fin estábamos beneficiándonos de ello en plenitud! Leche, carnes, cereales, todo era nacional. Ganábamos nosotros y, de paso, proveíamos a nuestros agricultores de una fuente de sustentación estable y no sujeta a demandas irracionales del exterior.

Amamos la patria, tanto que no nos interesaba siquiera pensar en comprar ropa afuera de las fronteras. ¿Qué necesitábamos? ¿Zapatos, zapatillas, remeras, camisas, sacos, corbatas? Lo que fuera, lo tendríamos. ¿Y qué si no tenían la marca de última moda? ¿Lo que se necesita es cubrirse del frío, o no? Y en este ciclo virtuoso los “textiles” se encumbraban en la escala social al tiempo que satisfacían las necesidades del pueblo.

Por esa época quisimos tanto nuestro suelo y confiamos tanto en el poder de nuestros ingenieros y empresarios que supimos que no sería necesario importar más automóviles. Nunca más. No le íbamos a pagar a un “John Doe” para que nos provea de un vehículo, si sabíamos que el Ingeniero González también podría hacer uno sin problemas. Poco tiempo pasó para que el Ingeniero fuera el nuevo Jefe de la Subsecretaría de Familia del Ministerio de Producción Automotriz.

Tanto amamos nuestra cultura y nuestra lengua que se decidió que ya no era necesario y, por supuesto, iba contra el buen gusto y ofendía nuestras costumbres escuchar músicas en otro idioma o leer libros de autores extranjeros. ¿Para qué? Si consumiendo cultura nacional nos cultivábamos nosotros y ayudábamos a nuestros hermanos.

Tanto amor por el país teníamos que elegimos un gobierno que tuviera esa misma pasión y ese mismo fervor por el sentir nacional. Naturalmente no íbamos a dejar que ningún sujeto, diario, revista o medio extranjerizante y contrario a la impronta de progreso de nuestro pueblo descalificara y agraviara la gestión gubernamental.

Fue enhorabuena que el presidente cerró las todas las publicaciones (radiales, televisivas, gráficas) que consideró contrarias al bienestar y la unidad nacional. Sin embargo, en una nueva demostración de la solidaridad que debía existir entre compatriotas, reubicó a los dueños de esas empresas en otros puestos de trabajo donde (además de tener un ingreso para sustentarse) serían mejor aprovechados por la sociedad.

Fue así como luego del pedido del Ingeniero González, tantas personas, tan duchas en el arte de la palabra se incorporaron al ministerio para cumplir la función de redactar los “Informes Diarios de Situación y Estadística para el Bienestar” que todas las mañana releían sus secretarios y utilizaba el Ingeniero para tomar decisiones.

¿Y viajar? ¿Para qué íbamos a molestarnos en salir de nuestro bellísimo territorio nacional? ¿Para qué? ¿Para ver como el consumismo destruía las culturas nacionales que tanto llevó construir? ¿Para qué? ¿Para ver cómo las modernas tecnologías rápidamente se pondrían en contra de nuestros concejales y ministros? ¿Para qué? ¿Para tener autos más rápidos, más cómodos, más lujosos? ¿Quién los necesita? ¿Para tener alimentos más variados? ¿Si todos los nutrientes que el “Comité de Alimentación” indica para la “Dieta Óptima” podemos conseguirlos puertas adentro?

Y a fin de cuentas: para qué sería necesario migrar de un país que todos disfrutamos, donde todos compartimos el objetivo común. Donde nuestro líder trabaja a diario, para que día a día alcancemos esta meta todos juntos.

Publicado en “Memorias de un periodista”, de Gregorio Dagnino Ruiz