jueves, 23 de septiembre de 2010

Muerto el perro ¿Se acaba la rabia?


El pasado viernes 11 de Septiembre el ex-presidente Néstor Kirchner fue internado debido a una obstrucción coronaria y debió someterse a una angioplastia.


Dadas mi ignorancia en temas médicos y mi tendencia a la hipocondría, y sumado al hecho que Néstor ya había sido intervenido hacía no mucho tiempo pensé que algo realmente malo podía pasar. Sin rodeos, temí su muerte.

Acto seguido me pregunté ¿Y si se muere Kirchner, qué le pasa a la Argentina? Qué pasa con el país de la inflación, la inseguridad, el autoritarismo y la violencia si quien es acusado de gobernarlo (porque sabemos que en los papeles gobierna su mujer) deja de existir.

Para ponerlo en términos menos lúgubres: ¿Qué sería de nuestro país si Néstor decidiera mañana tomarse un avión y pasar un merecido descanso vitalicio en las Bahamas luego de tanto empeño puesto en la destrucción de nuestra nación? ¿Cambiaría algo? Veamos.


En ocasión de su presentación ante el Congreso Nacional en Marzo del 2004 Kirchner puntualizaba sobre los siguientes temas:


El Estado que regula el mercado:

“Capitalismo con reglas claras en las que el Estado cubra su rol con inteligencia, para regular, para controlar, para estar presente donde haga falta mitigar los males que el mercado no repara. Un estado que ponga equilibrio en la sociedad y que permita el normal funcionamiento del país”

Sobre el Estado estimulador del consumo:

“… la recuperación del consumo ha sido puesta en el centro de la economía. Sin consumo creciente la recuperación se queda sin locomotora y el crecimiento sostenido no define su sendero.”

Sobre el Estado Inversor:

“Con la creación del Ministerio de Planificación Federal e Infraestructura, y con la decisión expresada desde el primer día de nuestro gobierno, se ha vuelto a planificar y a ejecutar obra pública en la Argentina…”

Sobre el Estado como el creador del “Bien Común”:

“Nuestra convicción nos impone tratar de servir al interés del conjunto por sobre los intereses sectoriales o de partido, poner el bien común por sobre los intereses individuales…”

Más allá de que en la actualidad NK no es el político mejor visto, es interesante notar que en el momento de estas declaraciones, Kirchner contaba con un apoyo popular cercano al 80%.

Y aún el día de hoy ¿Cuántos argentinos rechazarían estos postulados? ¿Cuántas personas aceptan que el Estado debe regular al “capitalismo salvaje”? ¿Cuántos consideran que efectivamente es función principal del gobierno promover el “bienestar general” dando educación, salud, salarios elevados, empresas eficientes, crecimiento del empleo? ¿Cuántos criticarían la idea del Ministerio de Planificación como generador de empleo y en consecuencia consumo y producción? ¿Cuántos tienen la certeza absoluta de que el interés social debe anteponerse al interés individual?

Por más honestidad y nobleza que estos postulados parezcan tener, debemos notar que existe una relación inevitable entre éstos y los posteriores hitos de la gestión K.

En efecto: ¿es mera casualidad que luego de “la recuperación del consumo” estemos lidiando con un proceso inflacionario de los más serios de las últimas décadas? ¿Es producto del azar que luego del establecimiento del Ministerio de Planificación Federal y el regreso de la obra pública casi todos los escándalos de corrupción tengan estrecha relación con éste? ¿Es producto del mal carácter de Moreno que la libertad de comercio en Argentina sea hoy una utopía o tiene que ver con la idea de proclamar “serio” a un falso capitalismo que regula y asfixia al tiempo que propicia todos los espacios para la creación de “peajes” y prebendas?


Por último: Si es Kirchner el que va a procurar el bien común de los argentinos, y va a desentenderse de los intereses individuales, ¿cuál es la necesidad de tener un congreso balanceado?


¿Cómo no va a ser agresivo con la prensa crítica si, en última instancia, es él el único que conoce y defiende el “interés general”? ¿Cómo no considerar “enemigo de la patria y el pueblo” a todo el que piense diferente?

Es popular el dicho que acá tirás una semilla y algo crece. Tenemos un suelo muy fértil para la agricultura. De la misma forma, tenemos un terreno fértil para el surgimiento de gobiernos abusivos e ineficaces.


Si compartimos las premisas filosóficas de sistemas mediocres y autoritarios, difícilmente el hecho de que Kirchner se retire en Bahamas tenga verdadero impacto en nuestro desarrollo. La prueba más notable de esto la ofrece el hecho que la presidente sea Cristina Fernández... de, por y para Kirchner.
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Algunos hitos del gobierno de Kirchner:

viernes, 3 de septiembre de 2010

Amando nuestro país

“No es lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que puedes hacer tú por tu país.”

John F. Kennedy

Y, finalmente, luego de décadas de penurias sociales y económicas, en nuestro país habíamos llegado a entender el verdadero sentido de la solidaridad social, el compromiso moral y la fuerza de la unión. Fue ese día, en Noviembre, que consagramos el amor a nuestra patria.

Queríamos tanto al país, que nuestra alimentación se basó sólo en productos bien nuestros. ¡Siempre fuimos un país agricultor y por fin estábamos beneficiándonos de ello en plenitud! Leche, carnes, cereales, todo era nacional. Ganábamos nosotros y, de paso, proveíamos a nuestros agricultores de una fuente de sustentación estable y no sujeta a demandas irracionales del exterior.

Amamos la patria, tanto que no nos interesaba siquiera pensar en comprar ropa afuera de las fronteras. ¿Qué necesitábamos? ¿Zapatos, zapatillas, remeras, camisas, sacos, corbatas? Lo que fuera, lo tendríamos. ¿Y qué si no tenían la marca de última moda? ¿Lo que se necesita es cubrirse del frío, o no? Y en este ciclo virtuoso los “textiles” se encumbraban en la escala social al tiempo que satisfacían las necesidades del pueblo.

Por esa época quisimos tanto nuestro suelo y confiamos tanto en el poder de nuestros ingenieros y empresarios que supimos que no sería necesario importar más automóviles. Nunca más. No le íbamos a pagar a un “John Doe” para que nos provea de un vehículo, si sabíamos que el Ingeniero González también podría hacer uno sin problemas. Poco tiempo pasó para que el Ingeniero fuera el nuevo Jefe de la Subsecretaría de Familia del Ministerio de Producción Automotriz.

Tanto amamos nuestra cultura y nuestra lengua que se decidió que ya no era necesario y, por supuesto, iba contra el buen gusto y ofendía nuestras costumbres escuchar músicas en otro idioma o leer libros de autores extranjeros. ¿Para qué? Si consumiendo cultura nacional nos cultivábamos nosotros y ayudábamos a nuestros hermanos.

Tanto amor por el país teníamos que elegimos un gobierno que tuviera esa misma pasión y ese mismo fervor por el sentir nacional. Naturalmente no íbamos a dejar que ningún sujeto, diario, revista o medio extranjerizante y contrario a la impronta de progreso de nuestro pueblo descalificara y agraviara la gestión gubernamental.

Fue enhorabuena que el presidente cerró las todas las publicaciones (radiales, televisivas, gráficas) que consideró contrarias al bienestar y la unidad nacional. Sin embargo, en una nueva demostración de la solidaridad que debía existir entre compatriotas, reubicó a los dueños de esas empresas en otros puestos de trabajo donde (además de tener un ingreso para sustentarse) serían mejor aprovechados por la sociedad.

Fue así como luego del pedido del Ingeniero González, tantas personas, tan duchas en el arte de la palabra se incorporaron al ministerio para cumplir la función de redactar los “Informes Diarios de Situación y Estadística para el Bienestar” que todas las mañana releían sus secretarios y utilizaba el Ingeniero para tomar decisiones.

¿Y viajar? ¿Para qué íbamos a molestarnos en salir de nuestro bellísimo territorio nacional? ¿Para qué? ¿Para ver como el consumismo destruía las culturas nacionales que tanto llevó construir? ¿Para qué? ¿Para ver cómo las modernas tecnologías rápidamente se pondrían en contra de nuestros concejales y ministros? ¿Para qué? ¿Para tener autos más rápidos, más cómodos, más lujosos? ¿Quién los necesita? ¿Para tener alimentos más variados? ¿Si todos los nutrientes que el “Comité de Alimentación” indica para la “Dieta Óptima” podemos conseguirlos puertas adentro?

Y a fin de cuentas: para qué sería necesario migrar de un país que todos disfrutamos, donde todos compartimos el objetivo común. Donde nuestro líder trabaja a diario, para que día a día alcancemos esta meta todos juntos.

Publicado en “Memorias de un periodista”, de Gregorio Dagnino Ruiz