viernes, 29 de julio de 2011

Elecciones: ¿Qué Elecciones?

Todos sabíamos que el 2011 iba a ser un año electoral. Sin embargo, ahora nos vamos dando cuenta de lo que esto significa. Luego de la votación del 10 de julio, los porteños volveremos a las urnas este domingo 30. Quince días después, el 14 de Agosto, todos los argentinos tendremos que votar en las Elecciones Internas, Obligatorias y Simultáneas para Todos los Partidos. Finalmente, y luego de una breve pausa, volveremos a las urnas el 23 de Octubre para la elección nacional y, de haber Ballotage, una nueva elección nos espera el 20 de Noviembre.

Más allá de la cuestión política evidente que será resultado de todas estas votaciones, existe algo que también se alterará: naturalmente, la tranquilidad de tu domingo.

Es decir, si el domingo de la elección pensabas levantarte tarde (para eso están los domingos, ¿o no?), cuando vayas a votar, un rato antes o un rato después de comer, vas a darte cuenta que tenés quince o veinte personas en frente tuyo con lo que el deber cívico te va habrá costado entre 35 y 50 minutos de tu día. Si, en cambio, pensabas evitar la cola e ir temprano, la situación no mejorará mucho, ya que probablemente la evites, pero corras el riesgo de ser obligado a quedar como presidente de mesa. En ese caso, tu deber cívico te habrá costado casi 10 horas de tu día. Además del hecho que te levantaste temprano un domingo.

Agregado a todo esto tenés el lío de tránsito y autos en doble fila estacionados en la puerta de los colegios, justo en las calles más angostas de la ciudad; y el hecho de que, si querés “hacer las cosas bien”, tuviste que comerte horas de informativos televisivos y varias páginas de diarios para saber qué va a hacer cada candidato con tu pobre país. Y todo esto sin contar que el sábado a la noche no pudiste tomarte ni una cerveza ni ir a bailar a ningún lado por la veda electoral.

Ahora bien ¿Qué pasa con la gente que no tiene ganas de leer los diarios? ¿Qué pasa con los que sólo leen la parte de automóviles, o el suplemento de arte? ¿Qué pasa con vos, que estabas súper ilusionada con pasar un domingo de campo y te tenés que quedar en Capital porque el predio en Ezeiza no es a más de 500 kilómetros de modo que te exima de votar? ¿Qué pasa con los que sólo quieren ir a bailar y divertirse, y no les interesa si gana Cristina o gana Alfonsín porque -pase lo que pase- Crobar va a estar siempre abierto?

Finalmente ¿Qué pasa con aquellos que sí leen los diarios, que sí saben realmente lo que los políticos le van a hacer al país, y que por consiguiente quieren ahorrarse el trámite de colaborar con la destrucción de la nación?

En definitiva ¿es posible que "Las Elecciones" se opongan a nuestras elecciones? ¿Y llegado ese caso, qué elecciones son las que tenemos que valorar?

Creo que no hay mejor cosa que dejar, voilà, que cada uno decida.


jueves, 14 de julio de 2011

Fito Páez versus ¿el egoísmo?

Revolviendo entre la montaña de agravios y asco que el exitoso cantante rosarino le dedicó a la mitad de los porteños luego del triunfo de Mauricio Macri en las elecciones, podemos encontrar una idea que vale la pena debatir.

A su manera, y con frases como “A la mitad de los porteños le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa…” o Gente con ideas para pocos. Gente egoísta. Gente sin swing.” Fito Páez expresó lo que muchos consideran cierto y se lo achacó al, digamos, modelo macrista: el egoísmo es malo, y los egoístas de Buenos Aires votaron a Macri.

Ahora bien, lo que estaba en frente ¿era puro altruismo? ¿Cree de buena fe Fito que los que van a votar a Cristina en Octubre están votando con el corazón y no con el bolsillo?

En mayo, Marcelo Tinelli reflexionaba sobre la situación económica de la actualidad:

Yo viví hace diez años una de las situaciones más terribles de la Argentina. Hoy, gracias a Dios, puedo gozar de tener una empresa en paz, pagar los sueldos, que no es poca cosa, y poder invertir. Estoy feliz de vivir en la Argentina[i]

¿Y no es ésta la idea que explica perfectamente el motivo de la muy posible reelección de Cristina Fernández en Octubre? ¿Y cuando esto suceda, se asqueará Páez o pensará que ganaron los derechos humanos?

Volviendo al tema del egoísmo, Fito Páez afirma que a los porteños les gusta tener el bolsillo lleno sin importar a costa de qué:

¿Ignorará el cantante que la inflación generada por el Frente Para la Victoria es una manera de enriquecer a unos (por ejemplo la AFIP) a costa de todos los demás? ¿Ignorará Páez que los subsidios a las artes son a costa de los impuestos que paga el pobre que compra un paquete de polenta para que coma su familia? ¿Se olvidó Rodolfito que ahora él puede ver fútbol gracias a que la gente que poco disfruta del “deporte nacional” está obligada por ley a financiarlo? ¿Se olvida que los shows donde él entretiene al público oficialista son pagados con el trabajo de quienes no disfrutan de su música y que eso implica tener el bolsillo lleno a costa de otro?

A la luz de estas cuestiones no puedo más que pensar que el enojo de Fito no está dirigido a los egoístas (que son aquellos que tienen autoestima[ii], aquellos que se preocupan por su interés propio), sino a todos aquéllos que encuentran su bienestar a costa del de los otros, que no es lo mismo.

Y he aquí la paradoja: El sistema que más promueve esta forma de vida que Fito aborrece, es el del gobierno que él mismo dice querer reelegir.

viernes, 8 de julio de 2011

Defender lo Defendible

Escribir estas líneas para defender a uno de los personajes más abominables de la escena política actual sería intentar defender lo indefendible. En ese sentido, mi interés es que la figura de Luis D’elía siga gozando del mismo rechazo público que goza hasta ahora y que si debiera modificarse un ápice, sea en menos y no en más.

Sin embargo, sí creo que hay algo que vale la pena repensar respecto de sus dichos y la posterior citación judicial que el líder piquetero devenido en fuerza de choque oficialista protagonizó esta semana.

D’elía es antisemita. Sus dichos, si bien fueron bastante light para lo que nos tiene acostumbrados, son absolutamente reprochables. No por los dichos en sí sino por lo que encarnan:

“El racismo es la forma más baja, más burda y más primitiva de colectivismo.
Es la noción de atribuirle significado moral, social o político al linaje genético de un hombre – la noción de que los rasgos intelectuales y de carácter de un hombre son producidos y transmitidos por la química interna de su cuerpo. Lo que significa, en la práctica, que un hombre debe ser juzgado, no por su propio carácter y acciones, sino por los caracteres y acciones de un colectivo de antepasados."

Teniendo en cuenta que Luis D’elía juzgó a Kravetz y a Tellerman por su pertenencia a un colectivo (religioso en este caso) más allá de su individualidad y los hechos de su vida que son lo que verdaderamente cuentan, podemos decir que lo de D’elía fue racismo puro (como lo describe Ayn Rand en “La Virtud del Egoísmo”) y, como tal, es execrable.

Ahora bien ¿es necesario que la policía cuente con una división Antidiscriminación para perseguir a los infelices que anden por la vida vomitando estas expresiones? ¿No es evidente que la única perjudicada con estas aseveraciones es la ya patética imagen de D’elía en la sociedad? ¿Y qué pasa con los que piensan lo mismo pero no tienen una radio o una cámara en frente para hacer su pensamiento público? ¿Cómo vamos a combatir la discriminación que nos rodea a diario? ¿No está D’elía en su derecho a expresarse de la manera que quiera siempre y cuando no perjudique la vida de otros?

Se puede argumentar que los dichos del piquetero pueden afectar la sensibilidad de algunos. ¿Ahora bien, quién puede sentirse tocado por lo que diga este personaje? ¿Y si de hecho lo hicieran, afecta una frase el curso natural de su vida?

Parte de vivir en un país con libertad como reza nuestro preámbulo es tener la posibilidad de decir lo que nos parezca. Si perseguimos judicialmente a D’elía por decir lo que a él le parece, evitamos el funcionamiento de un mecanismo mucho más poderoso para refutar las ideas que es el del intercambio, el del debate y, en última instancia, el de la ignorancia total.

Para personajes tan marginales, el último parece ser el camino indicado. Pero la persecución judicial no sólo no se corresponde con la idea de un país libre, sino que le da entidad a dichos que deberían ser tomados como de quien vienen y, en consecuencia, ser ignorados en el mismo momento en que son terminados de decir.