jueves, 28 de abril de 2011

Vargas Llosa, censura y libertad de expresión

Vargas Llosa en Buenos Aires

A diferencia de la opinión predominante y políticamente correcta que se escucha a diario, no admiro al Nobel de Literatura por su obra literaria. No es que yo la repruebe, sino que no tengo el conocimiento suficiente sobre la misma como para emitir una opinión válida en su favor o en su contra.

Sin embargo, sí me gustan las opiniones e ideas que periódicamente publica en diversos medios, y no por un compromiso previo con ellas sino porque las encuentro llenas de coherencia, de lógica y de valores admirables como la tolerancia, la libertad y el respeto por los individuos y sus complejidades.

Ahora bien, dicho esto me gustaría tratar el tema del supuesto intento de censura que hubo en su contra en ocasión de su participación en la Feria del Libro.

Los acontecimientos de público conocimiento se dieron así: Vargas Llosa fue invitado por la Fundación El Libro a disertar en la edición número 37 de la Feria del Libro en Buenos Aires. A raíz de esto, Horacio González (nada menos que director de la Biblioteca Nacional) escribió una carta a la Fundación pidiendo que se reconsidere la “desafortunada invitación”. Ni lerdo ni perezoso, el popular escritor tildó de intento de censura esta maniobra y se sorprendió de que proviniera de quienes la habían sufrido en el pasado.

La censura y las censuras

En un artículo publicado en febrero de 2010 en la página de la ONG “Argentina Sin Mordaza”, quien escribe sostenía que la decisión de alguien de no publicar determinadas ideas no podía llamarse cesura. En el artículo citaba un párrafo de la filósofa Ayn Rand:

“Ningún acto privado es censura. Ningún individuo o agencia particular puede silenciar a un hombre o suprimir una publicación: sólo el gobierno puede hacerlo. La libertad de expresión de los individuos particulares incluye el derecho a no estar de acuerdo con sus antagonistas, no escucharlos y no financiarlos.”

Como acto privado, entonces, si la Fundación decidía no invitar al literato, no había censura. Sin embargo, Vargas Llosa piensa lo contrario. Y, curiosamente, lo mismo postulaba CFK cuando decía que TN había censurado parte de su discurso, y lo mismo postulan sus aduladores cuando exigen que Paka-Paka tenga su espacio en Cablevisión.

Sorprendido de que no sólo los colectivistas (como les diría Ayn Rand) sino también los liberales (como se autoproclama Vargas Llosa) creyeran lo mismo, decidí ir al diccionario para investigar sobre mi posición.

Para la Real Academia Española la censura es la “intervención que ejerce el censor[i] gubernativo”. A juzgar por la definición, sólo es censura si viene del gobierno.

Sin embargo, la RAE también llama censura al rol que ejercen el superyó y el yo sobre el ello en el inconsciente para evitar que vayas por la vida diciendo lo primero que se te pasa por la cabeza.

¿Y por qué si consideramos que hay mecanismos inconscientes que censuran cuando “editan” nuestro lenguaje, no podemos decir lo mismo del dueño de un medio de comunicación que elije publicar ciertas cosas y dejar otras de lado? Mirándolo desde esta perspectiva, si un periódico decide no publicar a un periodista, está censurando y el director de la Feria del Libro, al no invitar a Vargas Llosa, también.

Si bien en el fondo no estoy de acuerdo con este planteo, creo que puede hacerse la concesión.

¿Censura = No libertad de expresión?

Hechas estas aclaraciones, la pregunta que realmente importa es cuál de estas dos censuras es la que realmente tiene un efecto relevante para la libertad, el pluralismo y el derecho a la expresión. Veamos.

Cuando en el censor gubernativo prohíbe una obra, difundirla pasa a ser ilegal y de ser atrapados intentando hacerlo, terminaríamos presos. En este contexto la libertad de expresión no existe. Si el censor no aprueba, de eso no se habla.

Sin embargo, llegado el caso que la Fundación El Libro hubiera decidido retirarle la invitación al Premio Nobel, nadie habría perseguido al diario Perfil por publicar una entrevista. Asimismo, ninguno de los invitados a las charlas que brindó durante su estadía estarían en situación de ilegalidad y Vargas Llosa habría podido expresarse libremente en cualquier otro lado donde lo invitaran. Sólo en la Feria no habría podido disponer del micrófono.

En conclusión, aun admitiendo que la censura puede realizarla cualquier medio por más que sea privado, cuando esto sucede no se está lesionando la libertad de expresión. Cuando un privado no financia tus ideas, te queda la opción de seducir a otro para que lo haga (o ir a la plaza con un megáfono). Por el otro lado, cuando es el gobierno quien decide que tu pensamiento no es conveniente, las opciones son más drásticas. O te callás, o te tenés que ir del país.

No sería nada poco si a raíz de la visita de Vargas al país, la Argentina reflexionara sobre esto.


[i] En algunos regímenes políticos, funcionario encargado de revisar todo tipo de publicaciones o películas, mensajes publicitarios, etc., y de proponer, en su caso, que se modifiquen o prohíban. http://buscon.rae.es/draeI/


jueves, 21 de abril de 2011

La Dorada Medianía

¿Debe ser tan (a)dorada?

Probablemente ayudada por el gran Aristóteles, la sabiduría popular nos aconseja siempre adoptar una postura moderada frente a los sucesos dado que:

“…en todas las cosas el medio es digno solamente de alabanza, mientras que los extremos no son buenos ni laudables, y no merecen sino nuestra censura.” *

Veamos. Puede ser que si tomás 10 veces más de lo que estás acostumbrado no sólo ni te acuerdes de qué paso a la noche sino que al otro día te vas a sentir pésimo. De la misma forma, si trabajás todo el día sin descanso y te exigís “al extremo”, podés tener problemas de stress y, probablemente, alguna repercusión física. Pero en el otro extremo, si no trabajás nada, te va a costar llegar a fin de mes.

Para estos casos, podemos pensar que un cierto equilibrio entre los dos extremos es saludable.

Sin embargo, supongamos que estamos ante una escala que va de peor a mejor. En dicha escala, los dos extremos están definidos por su nombre. El extremo inferior es peor, mientras que el superior es el mejor.

En el ránking de la ATP, por ejemplo, el eslovaco Tilen Zitki es el último jugador (#1774) mientras que Rafael Nadal ostenta el primer lugar. En esta escala, el extremo mejor es Rafael Nadal, mientras que el extremo peor es Zitki. ¿Significa esto que si me pongo a jugar contra Zitki tengo alguna chanche de ganar? Desde luego que no, pero a los efectos de este ránking, él es definitivamente el peor del circuito.

Ahora vayamos a otro contexto. Hoy por hoy, si nosotros estamos en nuestra casa pero deseamos ir –digamos- a Parque Saavedra, podemos determinar la mejor manera de llegar ingresando a un sitio web llamado “Cómo Viajo”. Muy fácilmente, al ingresar nuestra dirección de salida y nuestro destino, la página nos arroja opciones. De esas opciones siempre está la mejor, que es la que nos deja más cerca de nuestro lugar objetivo.

Entonces, llegado el caso que finalmente decidiéramos qué queremos como fin para nuestra vida / carrera / país / economía (que ya es una tarea bastante difícil) ¿Todavía podríamos pensar que los extremos no son buenos?

Es decir, ¿En caso de tener un fin determinado y varias alternativas ordenadas desde la extremadamente mala hasta la extremadamente buena, es sensato sostener la fórmula políticamente correcta de que los extremos nunca son deseables?

Seguramente las alternativas sean perfectibles y siempre haya cuestiones por investigar. Sin embargo, creo que sería un error grave que nos tomemos dos colectivos y un taxi para ir a un bar que nos queda a cinco cuadras, sólo porque tenemos que elegir una alternativa que se encuentre en el “alabado” medio entre los dos extremos.

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* Aristóteles en "Ética a Nicómano" disponible en http://www.filosofia.org/cla/ari/azc01046.htm

martes, 19 de abril de 2011

Facebookeáme!

¡Buenas a todos! Tengo el agrado de comentarles que, de ahora en más, pueden suscribirse a "La Crisis es Filosófica" en la red social que te alegra los cumpleaños porque aumenta significativamente el caudal de saludos que recibís. Es decir, Facebook.

Gracias a Marck Zuckerberg, ahora podrás chequear las noticias del blog y algunas otras yerbas en Facebook. ¿Cómo? Simple, sólo tenés que manifestar abiertamente tu amor por este portal. O sea, clickeando en "Like" o en "Me Gusta".

Sin otro particular, espero encontrármelos allí.

Saludos!


viernes, 15 de abril de 2011

La legitimidad del amiguismo

Seguramente muchos han pasado por la situación de perder un puesto de trabajo para el que se postulaban a manos de un amigo o un conocido del dueño de la empresa. Y sí, es frustrante, da bronca y lo sentimos como una injusticia.

Sin embargo, no podemos decir que el dueño de la empresa no tenga derecho a tomar esta decisión. Al fin y al cabo, es su dinero el que está en juego.

Ahora bien, no en vano existen los departamentos de RRHH, y la variedad de tests donde nos hacen dibujar gente bajo la lluvia para asegurarse de que no nos agarre un brote y lleguemos al laburo con una metralleta. Es decir, más allá de que sí exista el amiguismo, a la empresa le preocupa contratar gente útil y muchas veces hacerlo en función de las ganas que le tengas a tu compañera de Yoga, puede resultar en un perjuicio económico.

Este sistema donde el dueño del negocio aporta capital y asume el riesgo de perderlo con el fin de obtener una ganancia se llama “de uno para uno”. O sea, del dueño para el dueño.

Sin embargo, también puede existir el caso de una organización donde haya más de un dueño. Un consorcio de propietarios, por ejemplo, es un lugar donde cada propietario aporta una cuota para recibir los beneficios derivados del uso de las instalaciones comunes como la escalera, los ascensores o la vigilancia.

A diferencia del primero, este sistema no es de uno para uno, sino "de todos para todos”.

El mismo sistema aplica a los gobiernos. Todos los ciudadanos aportamos una parte de nuestro ingreso en concepto de impuestos para recibir a cambio la protección de nuestros derechos.

Ahora bien, cuando el gobierno se pone a producir o a brindarle pantalla a producciones artísticas, de ficción o deportivas como lo hace en la Televisión muy poco Pública, el sistema muta a uno que podemos denominar “de todos a sólo algunos”.

Para peor, al igual que en los ámbitos privados donde la contratación se hace “por contactos”, el amiguismo del gobierno pasa por la afinidad ideológica y el apoyo que los postulantes hagan del “modelo”. O sea que si estás a favor laburás, y si no “después te llamamos”.

Semejante mecanismo representa una injusticia para todos aquellos que no forman parte del negocio. A saber: los que no son contratados por el canal porque piensan abiertamente distinto al gobierno, los que no trabajan allí, y los que no miran su programación.

De la misma manera que sería una injusticia que tus expensas paguen la peluquería y la manicura de la vecina del 4º “A”, no está bien que un sistema que debe ser de todos para todos termine en un negociado cuyos beneficios sólo los amigos del poder y un grupo selecto de televidentes puedan disfrutar.

viernes, 8 de abril de 2011

No todo es Cristian U

Si todavía no lo conocés, te cuento que Cristian Urrizaga (de aquí la “U”) es el elemento que resucitó un programa en vías de extinción como Gran Hermano y lo devolvió a posiciones envidiables en términos de audiencia cuando parecía que iba a sucumbir a la nueva propuesta del rey Tinelli, Soñando por Bailar.

La característica principal de este participante de la séptima edición del reality es que no tiene ningún escrúpulo. Su reputación de gran jugador se la ganó gracias a sus estrategias de manipulación, utilización de la mentira, y absoluta desconsideración de la sensibilidad y voluntad de sus compañeros dentro de la casa. En sus palabras, “el juego significa inventar cosas”. Más claro, agua.

Ahora bien, el espectáculo que Cristian U. nos ofrece dentro de la casa puede suscitar reflexiones respecto del egoísmo, el dinero o la competencia tales como: “El dinero es la fuente de todo mal”, “La competencia implica destruir al otro” o “Los intereses individuales están en contra de la armonía del grupo”. Y luego de esto, por supuesto, sugerir que la competencia debe estar regulada por el gobierno ya que, si no, nos matamos entre todos.

Sin embargo, estas observaciones que se ajustan a la realidad del famoso reality show, no pueden ser trasladadas a otras realidades u otros sistemas. Es decir, las estrategias manipuladoras y despiadadas de U se dan en el marco de un juego de suma cero. Lo que gana Cristian ($400.000) lo deja de ganar el resto de los participantes. Si Boca le gana a River 2 a 0, River tiene menos dos (-2) y Boca más dos (+2). Y -2+2 = 0.

Es por esto que cuando hablamos de otro tipo de sistemas, o de “juegos” de suma positiva, las aseveraciones respecto de la competencia o el egoísmo pierden su aplicación. Por ejemplo, si Burger King y Mc Donald’s persiguiendo su interés individual ($$$) compiten para quedarse con la mayor cantidad de clientes, probablemente busquen ofrecerte mejores productos, más variedad, o menores precios que su competidor.

Finalmente, esa búsqueda del interés particular, terminó beneficiando a una gran cantidad de consumidores que ahora comen más, mejor, más variado, o más barato.

En este tipo de sistema, para repetir el rutilante éxito que tiene en el programa, Cristian U tendría que basar su estrategia en descubrir la vacuna contra el SIDA, la cura contra el cáncer o el Viagra femenino. Cosas que indudablemente lo harían multimillonario, pero que al mismo tiempo elevarían la calidad de vida del mundo entero.

Creer que la actividad individual está en contra de un supuesto interés social, como muchas veces repiten nuestros principales dirigentes políticos, tiene que ver con suponer un sistema de suma cero que no se ajusta a la realidad en la mayoría de los casos.

El fantástico progreso material que ha atestiguado la humanidad en los últimos ciento cuarenta años está directamente relacionado con la existencia de sistemas de suma positiva, en donde la competencia y el egoísmo terminan generando –como colateral- beneficios para todos.[i]




[i] Lo anterior no implica dejar de lado que la corrupción, la utilización del poder en favor propio, la manipulación de ciertas leyes, y otras cuestiones dan lugar a este “choque” de intereses. Sin embargo, esto sucede porque lo que se elimina es el juego de suma positiva y se lo reemplaza por otro, donde el premio se lo gana el más amigo y no el que mejor satisface al cliente (este análisis en profundidad, en próximas entradas).