miércoles, 27 de octubre de 2010

Kirchner

Su muerte y la Teoría del OVNI

Si la Argentina fuera conquistada por OVNIS y éstos transformaran nuestro suelo en un infierno viviente, bienvenida sería la hora de su extinción, desaparición o regreso a casa. De hecho, si pudiéramos ganarles una guerra, felices seríamos.

Sin embargo, la teoría del OVNI no aplica a nuestra actualidad nacional. Las premisas rectoras del gobierno de Néstor Kirchner fueron vitoreadas y aplaudidas por una amplia mayoría de nuestra sociedad.

Kirchner no era ningún OVNI. Obtuvo su legitimidad de la mano de la gente y se ganó a un electorado que eligió libremente sus postulados y sus programas.

Su muerte hoy extingue su persona, extingue su carisma y extingue su estilo de confrontación y agresión al contrincante pero de ninguna manera genera un cambio de raíz en la manera de enfrentar los problemas del país.

En nuestra democracia republicana, la única manera de superar el “modelo K” que hoy profundiza la presidente, es que nos convenzamos que los principios filosóficos que se encuentran detrás de éste sólo llevan a la pobreza, la ignorancia y el autoritarismo.

Hasta que esto no suceda, ni siquiera el suceso de esta mañana detendrá la impronta de nuestro ex presidente.


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Nota personal: yo soy hijo y mi viejo cumplió sesenta y uno hace poco. Así que -desde la distancia ideológica y física- acompaño el sentimiento de su familia.

jueves, 21 de octubre de 2010

Ganar sin Riesgo

¿Por qué le damos legitimidad y trascendencia a planteos que -en otro ámbito- tildaríamos de irracionales y absurdos?

Pablo tiene 35. Su última novia lo dejó después de ver en el cine “Un Novio para mi Mujer”. Era de esperarse. El tipo no tuvo mejor idea que expresar su verdad: “Ves, ¿Para qué se va a casar uno si después tiene que conseguir que el Cuervo Flores le saque de encima a su mujer? ¿Para qué siquiera comprometerse, involucrarse, si después es obvio que algo va a salir mal?”

Claro, Virginia no quiso saber más nada. Por suerte sólo salían hace tres meses de modo que no fue muy duro para nadie.

El problema es que Pablo vive quejándose. Ve a su alrededor y dos de sus íntimos amigos están casados y Adrián, el cuarto del grupo, está como loco con Jimena, su novia de hace 6 meses, con quien quiere casarse en Noviembre.

Le parece injusto. Está angustiado y necesita descargarse. Por ello, decidió consultar un psicólogo.

- El Licenciado Moyano lo atenderá el Martes a las 19.00 Hs. Señor.

- Allí estaré. Gracias, hasta luego.

Ese martes:

- ¿Sabe qué pasa doctor Moyano? Yo veo que ellos están más felices que nunca, alguno ya piensa en tener hijos, otro quiere hacer una fiesta para tirar la casa por la ventana. ¿Y yo qué? ¿Me quedo solo mirando una película en mi casa? ¿A usted le parece?

- Mire Pablo, a mí me parece una injusticia total ¿Cómo es posible que ellos, sólo por el hecho de estar enamorados, puedan ser felices? Todo bien con el amor y San Valentín, pero usted tiene que tener una compensación.

- Eso es lo que yo digo. ¿Quién se va a hacer cargo de mí?

- ¿Usted los sigue viendo a sus amigos?

- Sí por supuesto, jugamos al fútbol todos los martes, y los viernes siempre hacemos asado en lo de alguno, y van con sus esposas o novias, según el caso. ¿Y el boludo de Pablo? Solari, Dr. Moyano, ¡Solari!

- ¡Qué atrocidad! Mire lo que vamos a hacer. El día del casamiento de Adrián, usted se tiene que oponer…

- Me opongo…

- … y cuando le pregunten, les va a decir que usted les exige un porcentaje de su felicidad. Pero no sólo a Adrián y a su futura esposa, a todo su grupo, ¿se entiende? Tendrán que comportarse como hombres de una vez por todas y compartir esa felicidad que están viviendo, no es lógico que a usted lo dejen afuera.

- ¡Claro doctor, absolutamente! ¡Es lo que tengo que hacer!

- Excelente Pablo, lo espero la semana que viene.

- Gracias Doctor Moyano, muchas gracias.

- De nada Pablo. Y otra cosa: puede llamarme Hugo.


jueves, 14 de octubre de 2010

Estilo K (ant)

En una de las tantas anécdotas personales que supone nos interesan cuando escuchamos algún discurso suyo, la presidente aprovechó para decir que –además de que, al igual que Macri, se aburría en el congreso- ella nunca en su vida había considerado los costos políticos de sus acciones:

Yo sé que… las especulaciones, sé que toda esa cosa de que el costo político. Miren si yo hubiera pensado en costos políticos. Nunca, en mi vida, pensé en costos políticos…

El comentario fue apenas deslizado, como si no tuviera mucha importancia (de hecho más trascendencia política tenía el veto al 82% móvil que acababa de anunciar). Sin embargo, creo que es algo que no debe obviarse.

¿Por qué la presidente, que es política, se dedica, aunque sea un segundo, a remarcar que no especula con los costos políticos de sus decisiones? ¿Alguno imaginaría a José Meolans o a Juan Martín del Potro comunicando su poco interés por el costo deportivo de sus acciones? ¿Qué habría pasado si Julio Bocca no hubiera sopesado bien los costos artísticos en su carrera? ¿Te imaginás qué pasaría si vos no tuvieras en cuenta el costo, cada vez que vas al supermercado? ¡Ojalá pudiéramos!

Pero el problema no es la K de Kirchner, el problema es la K de Kant:

“... tanto mayores serán la grandeza y la dignidad interior de un mandato cuanto menores sean las causas subjetivas favorables y mayores las contrarias, sin debilitar por ello en lo más mínimo la construcción de la ley ni disminuir un ápice su validez.”[i]

Para Kant, las leyes que gobiernan nuestras acciones personales en absoluto deben estar afectadas por nuestras preferencias. Jamás pensarás ni en el beneficio ni -dios nos libre- en el costo de tus acciones para actuar. Siempre te referirás a una ley moral superior… el imperativo categórico, digamos.

En el mundo kantiano, por consiguiente, el egoísmo es malo y nuestras acciones necesariamente deben estar libres de la influencia de nuestros “salvajes deseos”. Ergo, las empresas operan para dar trabajo, los artistas trabajan para alegrar a su público, los deportistas compiten por su bandera y los obreros mezclan cemento porque aman los edificios.

Este mundo idealizado y utópico que pinta Kant nos ha dejado dos huellas imborrables. La primera es una culpa insostenible. Nadie puede ser rico en el país, si tenés un Mercedes-Benz, sos un inmoral, un cagador o, para peor, un hábil financista, un tipo inteligente, un buen hombre de negocios.

La segunda huella es que tus objetivos personales no son suficientes para justificar tus actos. Debe haber “algo más”, algo superior, tenés que ser parte de una “causa”.

Cristina Kirchner sintetizó esa causa en su brindis del bicentenario:

la Patria, el pueblo y porque cada uno de nosotros, desde cada lugar que nos toque desempeñar nuestra tarea, se haga con lealtad a esa Patria y a ese pueblo.”

Patria, pueblo, lealtad, ¿cuántos crímenes se seguirán cometiendo en tu nombre?




[i] Immanuel Kant. “La Metafísica de las Costumbres”. Ediciones Libertador. (Texto completo)

jueves, 7 de octubre de 2010

Tchaikovsy, Lady Gaga o el Autoritarismo

Por lo general (acaso sea por la influencia del “monopolio”) los argentinos solemos mirar con el ceño fruncido medidas que tiendan a regular la prensa (ley de medios), medidas que atenten contra el derecho de industria lícita (caso Fibertel) y hasta solemos dudar de la efectividad y la legitimidad de la mayoría de los subsidios.

Sin embargo, existe un área protegida por el manto sagrado de lo políticamente correcto, una actividad cuya sola mención no admite prueba en contrario y una esfera a la que nadie debería osar quitarle su merecida prioridad: La Promoción de la Cultura.

Seguramente la idea hegeliana de que el arte puede “mitigar el salvajismo de los meros deseos” al “encadenar y educar los impulsos y pasiones”[i] tenga su cuota de responsabilidad en la creencia de lo beneficioso y necesario que es que el gobierno promueva el desarrollo de la cultura y las actividades artísticas.

Además, es mucho más cool y más refinado que decir “el salvajismo lo vamos a combatir con la policía”.

En este marco fue que el Ministerio de Cultura de la Ciudad –a cargo de Hernán Lombardi- organizó, el pasado sábado, el concierto de Zubin Mehta en la 9 de Julio para unas 30.000 personas. Por supuesto que el costo de este megaevento “gratuito” fue pagado por todos nuestros impuestos –los de los porteños-.

Que el gobierno organice un evento como éste puede equipararse a que, un día, Mauricio Macri, nos saque plata de nuestra billetera y se la dé a Lombardi para que éste nos elija en Musimundo el CD que debemos escuchar. Esta es la manera de difundir la buena cultura que ningún vecino de Buenos Aires debería ignorar.

Ahora la pregunta es ¿Qué saben Lombardi y Macri más que cada individuo por sí mismo de la buena cultura? ¿Cómo harán para elegir lo que verdaderamente es mejor? Veamos qué decía un economista austríaco que visitó la Argentina en 1958:

“…en error aún mayor inciden tales artistas cuando dicen que ‘tiene el gobierno que apoyar a los buenos poetas, pintores, y escritores’ ¿A quién debería el correspondiente ministro comisionar para decidir si un nuevo y original pintor es bueno o es malo? Habría de acudir a los críticos, los profesores de historia del arte, gentes que normalmente no saben sino mirar hacia el pasado, y pocas veces han descubierto genio desconocido alguno”[ii]

Por ahí aquí yace el misterio de porqué Lombardi se dedicó a la política y no está descubriendo a las futuras Lady Gagas y los futuros Justin Timberlakes del mundo. En síntesis, nada parecería indicar que el ministro que sea, pueda saber realmente qué es una oferta cultural que valga la pena y qué no.

Sin embargo, lo hacen y muchos son los que aplauden.

Ahora: si aceptamos que el gobierno sea el encargado de ofrecernos cultura de la buena ¿Cuánto tiempo pasará hasta que decida ofrecernos información de la buena? ¿Libros de los buenos? ¿Costumbres de las buenas?

¿Y cuánto más hasta que decida prevenirnos de la mala cultura, la mala información, las malas costumbres, y del subsidio y el fomento pasemos a la censura y el apriete?

No se me ocurre aquí plantear que la gestión Macri es similar a la de Kirchner. Sin embargo, sí querría advertir que una vez que permitimos que el gobierno decida sobre cosas sobre las que cada uno de nosotros está en mejor posición de decidir por sí mismo, estamos plantando la semilla de un potencial régimen autoritario y tiránico.

Una vez plantada, al gobierno podrán llegar los Kirchner, o podrá llegar José Pérez. Pero si no pensamos que hay cosas sobre las que lo mejor es dejar que cada uno decida, lo único que nos protegerá de que éste no sea como los anteriores, será la suerte.


[i] John Carey. “¿Para qué Sirven las Artes? http://www.solesdigital.com.ar/libros/artes.htm

[ii] Ludwig Von Mises. “Seis Lecciones Sobre el Capitalismo

martes, 5 de octubre de 2010

La Salud al Poder


Iván: Ahora ¿a ustedes les parece vivir en una ciudad donde entrás en un restaurant y no podés fumar?

Martín: ¡Sí, sí y sí, a mí eso me parece perfecto!

Gabriel: ¿Qué decís? ¡Por favor! ¡Qué placer venir, comer una buena pizza, una cerveza y después fumarse un cigarrillo!

Lucho: Sí, yo creo que debería haber lugares y lugares. Que quede a criterio del dueño, algunos donde se pueda fumar, otros donde no se pueda, y otros que dividan los salones…

Iván: Claro, algunos para los normales y otros lugares para las “Susanas” de este mundo… o para los “Martines” también, por lo que veo...

Martín: Claro entonces todos los “dueños” elegirían tener lugares de fumadores y el resto que se joda.

Lucho: No necesariamente, seguramente habría lugares donde no se controlaría quién fuma y quién no fuma y otros donde sería negocio mantener un ambiente “libre de humo” con un control estricto.

Iván: Y el gobierno no tendría por qué meterse.

Martín: Pero está bien que se meta, para eso está el gobierno, para protegerte. Que no te moleste el resto.

Lucho: Pero así lo que se impone es la voluntad de una minoría… la que no fuma, sobre la que fuma o la que no le molesta el humo.

Martín: Bueno puede que no te moleste, pero sí es nocivo para tu salud.

Gabriel: Sí bueno pero cada uno es dueño de cuidarse la salud como quiera.

Iván: Si cuidás tu salud, irás a un restaurant que diga “Exclusivo para no fumadores” y si no te molesta exponerte al riesgo, optarás por un lugar de fumadores. Eso es la verdadera tolerancia.

Martín: Si bueno pero es la ley, y si la ley lo dice, hay que cumplirlo.

Gabriel: Obviamente, es la ley, ni loco me voy a prender un cigarrillo acá, la voy a respetar. Si es ley hay que bancársela.

Iván: Sí, es la ley, pero el tema es que la ley está mal, porque es como que te obliguen a pintar las paredes de tu casa de verde cuando vos las querés tener blancas.

Gabriel: Bueno con ese criterio como es tu casa también podrías matar personas. Es una “zona liberada”, tus propias reglas, etc.

Iván: Bueno como lo expresé di lugar a eso. Quiero decir que es una ley injusta.

Martín: Bueno si la ley es injusta, entonces la que te queda es irte a un país donde las leyes sean “justas” para vos…

Gabriel: Ah ¡qué linda solución! o te gusta o “andáte a otro lado”. Tampoco es para tanto…