jueves, 21 de abril de 2011

La Dorada Medianía

¿Debe ser tan (a)dorada?

Probablemente ayudada por el gran Aristóteles, la sabiduría popular nos aconseja siempre adoptar una postura moderada frente a los sucesos dado que:

“…en todas las cosas el medio es digno solamente de alabanza, mientras que los extremos no son buenos ni laudables, y no merecen sino nuestra censura.” *

Veamos. Puede ser que si tomás 10 veces más de lo que estás acostumbrado no sólo ni te acuerdes de qué paso a la noche sino que al otro día te vas a sentir pésimo. De la misma forma, si trabajás todo el día sin descanso y te exigís “al extremo”, podés tener problemas de stress y, probablemente, alguna repercusión física. Pero en el otro extremo, si no trabajás nada, te va a costar llegar a fin de mes.

Para estos casos, podemos pensar que un cierto equilibrio entre los dos extremos es saludable.

Sin embargo, supongamos que estamos ante una escala que va de peor a mejor. En dicha escala, los dos extremos están definidos por su nombre. El extremo inferior es peor, mientras que el superior es el mejor.

En el ránking de la ATP, por ejemplo, el eslovaco Tilen Zitki es el último jugador (#1774) mientras que Rafael Nadal ostenta el primer lugar. En esta escala, el extremo mejor es Rafael Nadal, mientras que el extremo peor es Zitki. ¿Significa esto que si me pongo a jugar contra Zitki tengo alguna chanche de ganar? Desde luego que no, pero a los efectos de este ránking, él es definitivamente el peor del circuito.

Ahora vayamos a otro contexto. Hoy por hoy, si nosotros estamos en nuestra casa pero deseamos ir –digamos- a Parque Saavedra, podemos determinar la mejor manera de llegar ingresando a un sitio web llamado “Cómo Viajo”. Muy fácilmente, al ingresar nuestra dirección de salida y nuestro destino, la página nos arroja opciones. De esas opciones siempre está la mejor, que es la que nos deja más cerca de nuestro lugar objetivo.

Entonces, llegado el caso que finalmente decidiéramos qué queremos como fin para nuestra vida / carrera / país / economía (que ya es una tarea bastante difícil) ¿Todavía podríamos pensar que los extremos no son buenos?

Es decir, ¿En caso de tener un fin determinado y varias alternativas ordenadas desde la extremadamente mala hasta la extremadamente buena, es sensato sostener la fórmula políticamente correcta de que los extremos nunca son deseables?

Seguramente las alternativas sean perfectibles y siempre haya cuestiones por investigar. Sin embargo, creo que sería un error grave que nos tomemos dos colectivos y un taxi para ir a un bar que nos queda a cinco cuadras, sólo porque tenemos que elegir una alternativa que se encuentre en el “alabado” medio entre los dos extremos.

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* Aristóteles en "Ética a Nicómano" disponible en http://www.filosofia.org/cla/ari/azc01046.htm

12 comentarios:

  1. Lo que pasa es que hay que tener en cuenta muchísimas variables para elegir el mejor "medio" ;).
    Quizás si estás a 5 cuadras la lógica e scaminar, pero por $1,10 llegás más rád¿pido y más cómodo. O alguien puede decir "no, yo ni en pedo me morfo el tiempo de espera hasta q llegue el colectivo para ir a un lugar a 5 cuadras". Lo que pasa es que todos somos distintos y tenemos distintas razones para elegir las cosas. El medio es no lo más loable, si no donde menos quejas esperamos recibir! jejejej Aristóteles simplemente no querían que le hincharan las pelotas!!! Jejej.
    Saludos.

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  2. Muy mucho ruido me hace esta entrada...

    El problema es la analogía entre "extremos" y el bien y el mal, o lo mejor y lo peor.

    ¿Quién c... dice qué es lo mejor? Vos podrás saberlo con respecto a tu vida (te felicito, es mucho más de lo que sabe el común de los mortales), pero no es aplicable, en cambio, a lo mejor o peor para las sociedades.

    Porque ahí tenés a los talibanes, o a las FARC, o a los paramilitares colombianos, todos creyendo, sin medianías ni posibilidad de negociación, que lo mejor es dios (el talibán), el comunismo (FARC) y la derecha (los paramilitares). Y todos ellos, creyendo que lo mejor es a lo que ellos aspiran, salen a matar al que no coincide en qué es mejor para la sociedad. Todos estos encantadores asesinos estarían de acuerdo con vos: los extremos son buenos.

    Sí, mi ejemplo es remanido, pero no menos apropiado. Nadal sabe lo que es mejor para él, sin dudas. Y si estamos hablando de lo que es "mejor" y de ir a los extremos por ese "mejor" y en el camino extremo no dañamos a nadie más que al propio interesado (uno mismo), entonces HÁGALE. Pero como analogía general en las sociedades, es demasiado peligrosa para mi gusto.

    Take it easy, baby, con el concepto de extremos... encima soy aristotélica y sí, porque siempre fue un muchacho mucho menos totalitario que Platón...

    Un abrazo desde la lluviosa Bogotá.

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  3. Respondo desde la también lluviosa Buenos Aires:

    ¿Más rápido, más cómodo? Claro, siempre hay muchas variables que uno quiere satisfacer al mismo tiempo. Y lo que digo es que si finalmente nos dimos cuenta cuáles son las que queremos satisfacer, y descubrimos el deseado “fin” de nuestra vida, entonces tenemos que ir descubriendo cuál es el mejor medio para alcanzarlo. Y aquí el “punto medio” no aporta.

    Respecto del segundo comentario, creo que es lo que esperaba que surja. El problema con las FARC o los Parmilitares que citás es que, en realidad, no son alternativas buenas o malas llevadas al extremo, sino que las dos están en el grupo de las alternativas “extremadamente malas”. Porque si el objetivo es vivir en una sociedad abierta, tolerante, democrática, y libre, entonces a nadie se le ocurre que eso debe ser impuesto a fuerza de balas.

    Entonces no podemos decir que tenemos que buscar un “punto medio” entre el extremo FARC o el extremo Paramilitares, porque estas dos opciones se encuentran luchando en los últimos puestos de nuestro ránking. No son posturas llevadas al extremo, sino que son posturas extremadamente indeseables.

    Creo que aquí un poco se mezclan los medios y los fines y los primeros terminan por definir a los segundos. Es por esto que creo que ante estos casos, lo que se ven son fines abominables más que extremos que no funcionan.

    Saludos!

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  4. Estimado, si bien me gustaría un tratamiento más en profundo del tema en cuestión, siendo un tema de vasta historia y controversia, puedo esbozar por la presente una pequeña crítica a la forma en que lo abordás.
    Relacionar directamente la visión de extremos usada en Aristóteles con, por ejemplo, los puestos 1 y 1774 del ranking de la ATP creo que es desviarse del tema central que el estagirita intentaba demostrar. Hay muchos ejemplos (todos tenemos alguno para nombrar) en los que los extremos son nocivos, dignos de reproche, y hasta peligrosos para la salud.
    Tratando el caso de "que es lo mejor para nuestro país", claro que un extremo sería malo. Ya que por ejemplo se puede considerar como "extremo" que todo el gasto público sea utilizado para educación (actividad que para la salud de un país es totalmente indispensable), lo cual sería una medida, sin lugar a dudas, desastrosa.
    Nuevamente, mi ejemplo es un simple caso, y un acercamiento al ridículo no solo de las teorías de Aristóteles (facilmente ridiculizable llevado al extremo, como hizo Hume), sino también de la actividad gubernamental.
    Sin más, lo saludo atentamente.
    Juan Arias

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  5. Qué hacés Licenciado?? Muy bien lo tuyo con nombre y apellido!

    El truco del argumento es suponer una escala que vaya de "peor" a "mejor". Por eso lo de Nadal. Para el ránking, el extremo "mejor" es el número uno del mundo. O sea, un tenista bueno llevado "al extremo" es Nadal. Ningún problema.

    Respecto de la educación, creo que podemos plantear dos cosas:

    Si el objetivo es que la población tenga educación ¿Quién dijo que el Presupuesto Público es el indicado para garantizarla? Puede pasar que todos los recursos del Estado se dirijan a financiar la educación pública, y sin embargo sigamos sin tener una buena educación, con lo que la propuesta no sería una buena propuesta llevada al extremo, sino que sería una alternativa de mediocre para abajo en nuestra escala de peor a mejor.

    El otro punto es todavía más difícil y se relaciona con un comentario anterior ¿Quién sabe a ciencia cierta qué es “mejor” para la sociedad? ¿Es la educación, la producción, el trabajo, la igualdad, la libertad? ¿Todos juntos?

    En realidad es aquí donde radica la dificultad. Pero si realmente supiéramos qué es lo mejor, la alternativa buena, llevada al extremo, no sería indeseable, sino mejor todavía.

    Mi punto de vista personal es que no hay algo bueno para la sociedad, sino algo bueno o malo para cada individuo. Y es cada individuo el mejor ubicado para descubrir cuál es el extremo mejor y el peor de su vida.

    Abrazo!

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  6. Nombre y apellido! por supuesto!

    A ver a ver... entiendo perfectamente la escala de número uno como extremo y mejor, pero no coincido con que sea esa la visión aristotélica del extremo, creo que es desvirtuar al filósofo para ponerlo de nuestro lado.

    En cuanto a la educación, es una discusión que la excede, sin lugar a dudas, ya que entramos a la trama económica.

    Tomando tu punto de vista que entiendo (espero no equivocarme) con tendencias neoclásicas, creo que fue David Ricardo quién esbozó la ley de rendimientos marginales decrecientes. Llevada al caso, nos puede servir para entender que algo bueno llevado al extremo puede llegar a transformarse en negativo, por exceso.

    Me parece que fue Alexis de Tocqueville quién, retomado por Juan Bautista Alberdi, defendía el voto calificado, que viene al caso, ya que para poder definir que es lo mejor para la sociedad... quién? la sociedad? el presidente? los legisladores?... difícil. Según ellos, un grupo de notables, calificados y preparados justamente para esa función.

    Ahora, yendo un poco hacia lo individual, y más personal... y considerando que: Art. 99.- El presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:

    1. Es el jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país.

    Quién mejor que nosotros, licenciados en, justamente, administración, para gobernar el país!?
    Vamos todavía!

    Otra vez,
    Juan Arias.

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  7. jajaj... bueno, si bien puede ser que deba haber un administrador profesional como presidente, tampoco estaría mal que asumiera una persona sin la más mínima preparación. De esta manera nuestra preocupación sería cómo prevenirnos de su potencial capacidad de daño en lugar de esperar siempre "la mano de dios". Pero buen es tema de otro debate.

    Muy bien lo de los rendimientos marginales decrecientes. Podría ser un caso de algo bueno que llevado al extremo se vuelve malo. No niego que ello exista, de hecho.

    Pero para otros casos, como el amor, la felicidad, la libertad, o todas aquellas cuestiones que consideremos virtudes: ¿Aplica la ley de rendimientos marginales decrecientes?

    Creo que en estos casos, más amor, mejor. El extremo del amor es el mejor amor posible, no quiere decir que te vas a volver un freak acosador, ni "porque te quiero te aporreo", esas son alternativas no deseables, distintas, no las mismas llevadas al extremo.

    Ni se me ocurre discutir de igual a igual con Aristóteles, pero a diferencia de él, no creo que el extremo de la verdad, por ejemplo, sea la fanfarronería, sino simplemente la defensa acérrima de las propias convicciones. Y eso me parece algo que está bueno, no digno de censura.

    En fin, es mi punto de vista.

    Abrazo!

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  8. Ferpectamente conciliadas nuestras posiciones. Lo bueno es que se pueda conversar.

    Te dejo un abrazo grande.

    Nuevamente, Juan Arias.

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  9. Buenas!!
    Leyendo el post me encontré, inconscientemente, analizándolo y no podía no comentar.
    Creo que, hasta cierto punto, este tipo (léase Aristóteles) no estaba tan errado en el planteo...todo depende cómo se lo analice, obviamente.
    Remitiéndome a los ejemplos utilizados en el post, y tomando como extremo superior el calificativo mejor...si bien uno siempre apunta a ese extremo superior muchas veces (en lo personal creo que la mayoría) uno toma por los caminos de los grises o la "medianidad", en qué sentido? Bueno, respecto a trabajar al extremo, sería (además de insano) inútil ya que la fatiga o el stress nos impedirían disfrutar del fruto laboral (como ser utilizar el dinero ganado para salir, pasear, etc), sumado a que eventualmente podríamos enfermarnos y de este modo disminuir nuestra productividad laboral al mínimo; lo mismo es aplicable al hecho de la vagancia extrema, donde si bien no nos estresaría el trabajo tendríamos hambre, frío y demases.
    Lo mismo en cuanto al comienzo del post, si uno se embriaga en demasía, terminaría no disfrutando la salida por completo (o si la desfruta no se lo acordaría por lo que es lo mismo), como tampoco sería lo ideal volverse analcohólico si a uno le gusta compartir unos brindis con amigos.
    Intentando dar un cierre a mi comentario, considero que normalmente para llegar al mejor resultado uno se maneja en varios aspectos dentro de la medianidad...ahora podríamos entrar en el análisis de si Aristóteles se refería a esos grises/medios como fin último (donde yo siempre apunto al extremo superior) o como medio para alcanzarlo (donde normalmente me manejo entre los medios, o estados medianamente balanceados, dentro de lo posible)...como Aristóteles no puede venir a respondérmelo, mejor la voy cortando acá.
    Saludos!!
    AF

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  10. La dorada mediania, Aureas Mediocritas, fue plasmada en las Odas del poeta Horacio (65ac - 8ac). Este concepto tiene raiz en la doctrina de Epicuro quien admitía que la prudencia era el valor fundamental de una vida feliz ya que permitía mantenerse alejado de los dolores a los que necesariamente conlleva una vida licenciosa marcada por las altas ambiciones de poder, fama o pertenencias. Epicuro sabia que la felicidad consistía en la imperturbalidad del alma y el cuerpo y que esta no era alcanzada con la búsqueda del placwr sino con la ausencia de todo dolor. Para esto rescata a la prudencia con el sentido de buscar el termino medio que me asegure la mayor tranquilidad. Daba como ejemplos la bebida y la comida. Es claro el placer de comerse un asado con buen vino. Pero si no regulas la cantidad con prudencia, el malestar posterior no solo hara olvidar rápidamente aquel placer sino que durara mucbo mas tiempo haciendo miserable a la persona. Horacio que era un fan de Epicuro, toma esta idea y la hace poesia. Schopenhauer la desarrolla aun mas en su libro El arte de ser feliz. Cada quien tiene solo una vida y decide como quiere vivirla. Saludos

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